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Los grandes inventos de la historia (II).

Antes de escribir la segunda parte de los inventos una breve reflexión acerca de la historia de este pasado fin de semana. 

Siempre me ha atraido el tema de la prostitución, aunque desde el lado humano. Uno de los aspectos que me resulta extraño es el trato que se le da a las prostitutas. Si una mujer es considerada, a menudo, como un objeto sexual, una prostituta es tratada directamente como un deshecho social. Ya la propia palabra con la que se les ha designado históricamente ha tenido las peores connotaciones: «puta «. El término, junto con todos sus derivados, ha servido para designar lo peor de la sociedad. No en vano uno de los insultos con el que se le puede hacer más daño a una persona es el de «hijo de puta». Como si el hecho de tener como madre a una mujer que ejerce la prostitución fuera ya, automáticamente, motivo de exclusión social. Y eso es lo que traté de reflejar en el relato: la vida de una mujer que, por circunstancias de la vida, acaba vendiendo su cuerpo como única solución para salir adelante. Y yo lo considero perfectamente loable. Cada uno tiene derecho a hacer con su cuerpo lo que quiera, sin que exista ninguna excepción. Y, ante todo, a lo que si que no hay derecho es al menosprecio.
Hace unas semanas escuché una tertulia radiofónica acerca de la abolición de la prostitución. En ella un grupo feminista defendía esa postura como la única solución para asegurar la dignidad de la mujer. Y eso me planteó unas cuantas dudas. ¿Realmente si se aboliera se conseguiría erradicar por completo? ¿Se perseguría, de esa manera, con mayor eficacia a las mafias de trata de blancas y proxenetismo? ¿Ninguna mujer ejercería entonces la prostitución? Yo creo que ninguna de estas preguntas podrían responderse afirmativamente. Seguramente las mujeres que defendían las tesis de la abolición considerarían mi postura como machista. Pero realmente yo no lo pienso así. Para mi lo más importante es la seguridad de las mujeres. Y no por mucho prohibirse se iba a erradicar el comercio carnal. Siempre habría mujeres que verían en la prostitución la única salida a los problemas por los que estuviesen pasando. Y, de eso estoy convencido, siempre habría hombres dispuestos a aprovecharse de la situación de aquellas féminas. Por lo tanto sería iluso pensar que iba a desaparecer todo el comercio escondido que hay actualmente. Seguramente se recrudecería, al ser todavía menos visible. No estoy, por ello, defendiendo a ese negocio, ni a los que se aprovechan de los más débiles, ni siquiera a los clientes. Solo defiendo a la mujer. Sencillamente. Y pienso que la mejor manera de hacerlo es legalizando la prostitución y fiscalizando todo su entorno. Tampoco sería la panacea, pero al menos sí sería mejor que la doble moral que existe actualmente donde todos preferimos esconder la mirada cuando nos cruzamos con prostitutas en la calle, nos quejamos de que su imagen ensucia nuestro entorno, nos mofamos de las desgracias de mujeres que quizá no tuvieron una mejor oportunidad en su vida y, sin embargo, nos escandalizamos, como la semana pasada, del asesinato de una prostituta en la carretera al no haberle ofrecido nadie algo de seguridad y ayuda en su trabajo.
Por que con la prostitución lo importante no es estar a favor o en contra de ella. Sino, simplemente, asegurar al máximo la salud y seguridad,valga la redundancia, de todas y cada una de las mujeres.

Una vez dada mi opinión procedamos a la sección de los inventos. Siempre es bueno acabar con una sonrisa, así que intentaré provocarla. Si consigo alguna carcajada mejor que mejor.
Como ya dije en la primera parte, éstos son inventos, generalmente pequeños, que por la cotidianeidad de su uso nos hemos olvidado lo grandes que son. O quizá es que me lo parezcan solo a mi. Para ver si opináis lo mismo nada mejor que unos ejemplos.

-El balón de fútbol.
Elemento pincipal en la terapia desestresante de un hombre adulto. ¿Cuanto dinero tendría que desembolsar la Seguridad Social a los psicólogos si la gente no acudiera a los estadios o a los bares a descargar su rabia? Los futbolistas prefieren descargarla sobre sus propios compañeros en forma de patadas (alguno incluso cabezazos). Deporte esencial para los españoles después del «sillón-ball».

-La silicona.
Material muy versátil que se puede utilizar tanto para sellar una ventana como para rellenar los pechos de una actriz porno. Junto con el Wonderbra, dos de los grandes elementos de sorpresa para un hombre. Por cierto. ¿Por que algunas mujeres se empeñan en hinchar sus senos como si fueran dos globos aerostáticos? Se de alguna que con la silicona de sus pechos podría fijar, ella sola, los cristales de toda la torre Agbar.

-El mando a distancia.
Uno de los mejores inventos para el practicante de «sillón-ball», después del fútbol y la cerveza. Paradigma electrónico del hogar. Sin él, hasta el más caro televisor se vuelve inútil. Con él sobreviene la locura. Una multitud de mandos se amontonan sobre las mesas de los hogares sin que nadie haya encontrado una verdadera solución para tanto trasto. Aunque compres uno universal siempre hay algún aparato que no funciona con él. Por lo que siempre acabas volviendo a los mandos originales. Y justo cuando los recuperas te das cuenta de que le habías quitado las pilas para ponérselas a otro.

-El Ipod.
Inmenso en prestaciones, reducido en tamaño. El aparato más actual y de moda. Más de la mitad de la gente que escucha música por la calle tiene un ipod, o por lo menos lo aparenta (yo sostengo que hay muchos que solo se compran los auriculares). Capaz de almacenar canciones que no vas a escuchar en tu vida y que solo colocas para llenar espacio (a lo mejor me da por escuchar el Bolero de Ravel). Por que, ¿realmente alguien tiene 20.000 canciones en casa? ¿Originales? por cierto. ¿Cuando podrás cargar el disco que compras directamente en la tienda sin necesidad de comprimirlo en casa? A mi me gustaría llevármelo puesto (y que conste que en el mío no llevo nada pirata. Las 8.000 canciones son mías).

Hasta aquí.
Un saludo!


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