Ésta es la primera idea que tuve para la sección de monólogos. A decir verdad Mundo Moderno surgió a partir de mi propia experiencia con los niños (empezando por el mío) y mi infancia, relativamente cerca en el tiempo. Y es que, siendo verdad que la niñez es lo que define a una persona para el resto de su vida, no es menos cierto que otro punto que acaba por determinar tu carácter es el hecho de ser padre (a “Papuchi” no acabó de darle tiempo). Desde el primer momento que entras en el hospital ya te das cuenta de que has cambiado (estas ojeras antes no las tenía). La mujer deja en la puerta todo el pudor y la vergüenza y el hombre tiene que armarse con más paciencia que Brad Pitt visitando con su mujer una guardería.
Y no solo cambian los progenitores, también el ambiente hospitalario. El sufrimiento acaba en alegría, los familiares están felices de verte ingresado, los quirófanos no dan tanto miedo, la sala de dilatación tiene un cierto toque sensual (se que puede parecer un poco enfermo pero si cierras los ojos y prestas atención solo al sonido, los jadeos y quejidos de las futuras madres aparentan una sensación distinta del dolor)… Y cuando pasa el parto y estáis de vuelta a la habitación llega verdaderamente el momento de la verdad: enfrentarte a tu hijo. Que tú piensas: “que felicidad. Por fin lo tenemos aquí). Pero eres incapaz de ver el reverso de la moneda. Las atenciones que le vas a prestar en los próximos años van a ser casi exclusivas.
-Le están limpiando y haciendo las últimas pruebas al bebé –dice la enfermera-. Ahora os lo traemos.
-¡Genial! –decís al unísono tu pareja y tú mientras una sensación de alegría e incertidumbre os invade-.
-Aquí está. Supongo que sabréis como se le dan los primeros cuidados.
Y aquí llega la primera prueba. La enfermera deja el bebé en la cama y tú, como Tom Cruise en Misión Imposible, te preparas para desactivar la bomba. Pero, ¡no tiene ningún cable rojo! Y los nervios afloran “¡Houston, tenemos un problema!”
-Tranquilo. Es difícil la primera vez pero te acostumbrarás.
Coges el neceser gigante con productos que jamás hubieras imaginado que existían (¿crema hidratante antirozaduras?) y te preparas para lo peor. Aguantas la respiración, le quitas el pañal y, sorprendentemente, no tiene mierda. ¡Tiene alquitrán! Parece que haya arrastrado el culo por una carretera recién asfaltada.
-En los recién nacidos es normal.
Y en ese momento cumbre, cuando estás demostrando tu ineptitud en el cambio de pañales, es cuando aprovecha la familia para hacer irrupción en la habitación gritando y lanzando besos a diestro y siniestro. Aparte de hacer los primeros comentarios sobre el recién nacido. Y aquí se cumple una de la reglas fundamentales de los niños: el parecido con los padres variará dependiendo del lado de la familia que lo saque. “Hija. Es clavadito a ti” (cuando todos sabemos que se parecen más a un mono que a una persona)”. Y el siguiente comentario más extendido, siempre que el bebé sea varón, es valorar el tamaño del pene (el padre no tarda en compararlo con su propio miembro cuando la valoración resulta positiva). Y siguiendo el hilo de esto me hice una pregunta: ¿qué pasa con los personajes famosos? ¿Cómo habría sido su nacimiento? Aquí van dos ejemplos.
El de Boris Izaguirre:
-Enhorabuena, señora. Aquí tiene a su niño.
-Gracias, doctor. Pero… No es un niño. Es una niña.
-Tranquila. Todavía no se le ha desarrollado. Pero le irá creciendo según se haga mayor.
Y Boris que se mira cada día en el espejo.
-¡Mierda! ¿Cuántos años más tendrán que pasar?
Y el nacimiento de nacho Vidal.
-¡Doctor! –grita la enfermera-. ¡El bebé se ha enredado con el cordón umbilical.
-Intentaré desenredarlo. ¡Ya está! Solucionado.
-Me parece… Que lo que tiene en la mano no es el cordón.
Una vez pasa todo el ajetreo del parto, y la posterior recuperación de la madre y el niño, toca volver a casa. Pero no es tan fácil. Primero hay que deshacerse de todas las flores (se acumulan hasta en el pasillo) y recoger la gran cantidad de regalos que hay desperdigados por la habitación del hospital. ¿No resulta curioso que se celebre con plantas el nacimiento y la muerte de una persona? El principio y el fin de la vida se unen, formando un bucle gracias a las flores. ¿Y los presentes de la familia? Yo creo que se deben reunir antes de subir a la planta para comprar algo que no pueda probar la madre para así tragárselo ellos (¿Qué no puedes comer gambas? Vaya. Pues tendremos que comérnoslas nosotros) o bien regalarle al bebé algún juguete con el que todavía no será capaz de jugar. Por que ya me diréis que es lo que hace un recién nacido con un oso de peluche o un puzle de madera (más de un familiar seguro que no es capaz de montarlo). Realmente nada. Molestar en el regreso a casa. Y este es otro momento crucial en la vida de los padres. Hay que sustituir las botellas de whisky por biberones de leche, la ropa de verano por los bodys y trajecitos, los objetos que antes podían estar tirados por el suelo ahora hay que recogerlos (hasta que el niño se haga grande y decida devolverlos al sitio), cambiar las salidas con los amigos por noches de cama tratando de aprovechar al máximo el fin de semana (durmiendo, por supuesto; olvídate del sexo)… Vaya, que se acabó la tranquilidad. No volverás a disfrutar de ella hasta que el niño vaya al colegio y tenga que aguantarle el profesor. Y lo que viene a partir de ese momento resulta también nuevo, por que todo ha cambiado radicalmente con respecto a tu infancia. Antes avisábamos a nuestros padres cuando nos pegaban. Ahora no. Son los progenitores los que amenazan con azuzar a los niños (cuidado con él que te saca la navaja). Actualmente van demasiado estresados. Yo no recuerdo haber hecho otra cosa cuando terminaba el colegio que quedar con mis amigos y jugar en la calle hasta que se hacía de noche (¿deberes? ¿Qué es eso?). Ahora tienen una agenda más apretada que el rey durante una visita de estado (y encima no se duermen en la cita). Hacen inglés, piano, danza, judo, natación, baloncesto… En serio. Que alguna madre me explique lo que les da de desayunar que yo me tomaré tres. Me extraña que no vayan a judo con el bañador, no utilicen el kimono en clase de danza o no traten de encontrar el si bemol entre las arrugas de una pelota de basket. Por que encima no suelen tener ayuda. Antes yo podía subir a casa y encontrarme con mi madre. Ahora para hablar con ella los niños tienen que enviarle un e-mail al trabajo. Están solos ante el peligro, como un gato que se cuela por error en un restaurante chino. Bajo la misma presión.
En fin. He estudiado todos los cambios que se han producido entre mi generación y la contemporánea y he decidido destacar los siguientes:
- Antes escondíamos las revistas porno dentro de los armarios para evitar que nuestra madre las encontrara. Ahora se esconden archivos entre las carpetas de Mis Documentos (aunque se sigue utilizando el papel higiénico).
- Jugábamos al fútbol con las piernas y el balón de reglamento. Ahora utilizan los dedos de la mano y el mando de la PlayStation (los insultos al árbitro siguen siendo los mismos).
- Antes los Simpsons eran considerados para adultos y los echaban por la noche. Ahora los repiten tranquilamente en horario infantil.
- Anteriormente comentábamos las peleas en la escuela. Ahora se graban y se cuelgan en el Youtube (más de un profesor ha preferido marcharse a Irak antes que volver a un colegio).
- Usábamos la imaginación para convertir la caja de cartón de una nevera en una improvisada caseta. Ahora les compran fuertes de madera con columpios (aunque sigues siendo peligroso hacer una fogata dentro).
- Antes uníamos dos vasos de yogur con un hilo para fabricar un teléfono. Los niños de ahora no se conforman con un móvil que no tenga cámara y Mp3 (y saldo infinito).
- Nos hinchábamos a Bollycaos, Tigretones y gusanitos sin que pasara nada. Ahora todo es perjudicial y poco saludable para los críos (y al gordo se le trata de la misma manera).
- Solíamos quedar en casa de un amigo para merendar y jugar todos juntos. Ahora prefieren conectarse a través del Messenger (y aporrear el teclado como si mataran hormigas).
- Antes nuestros padres nos hablaban muy poco sobre sexo. Ahora son los progenitores los que piden consejo a los niños (¿¡quince años y ya has hecho un trío!?)
En fin. Puede que cualquiera piense que cuando éramos niños nos sentíamos más felices. Y tampoco le faltaría razón. Por eso yo he decidido no dejar nunca de serlo. Y jugar con mi hijo queriendo ser su hermano antes que su padre. ¿Realmente se puede tener alma infantil? No solo se puede. Sino que se debe.
Un saludo!
Comentarios
3 comentarios
Felicidades! excelente relato, si bien soy de la era del playstation y del msn, por suerte, ingrese a la secundaria en la epoca que tenian el descaro de enseñarte a leer 😀
Saludos
Todo lo que se diga es poco, no se sabe realmente lo que es hasta que no se vive 🙂
Fernando, que razón que tienes. A mí también me obligaron, aunque siempre me encantó hacerlo. Muchas veces la mejor compañía es un buen relato.
Liamngls, también tienes hijos… 😛 Bueno. Como dices se quedan muchas cosas en el tintero. Solo reseñé las que creí más graciosas. Pero al fin y al cabo te cambian la vida. Y siempre para mejor.
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