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Relatos encadenados: allanamiento de morada.

Eslabón anterior.

Miguel miró de reojo el reloj del Dvd. Éste Había comenzado a parpadear. Pero eso ya no importaba.
-¿Seguro que ése es el disco? –le preguntó aquel hombre con malas maneras. Miguel asintió con la cabeza. Le sujetaban con tanta fuerza que era la única parte del cuerpo que podía mover-. Como no sea ése estás muerto. Igual que tu mujer. Sabemos que está escondida en el dormitorio.
La imagen de Lucía cruzó como un rayo su mente. La había dejado sola en la habitación con la promesa de que volvería después de averiguar de donde procedían los ruidos que la habían despertado. “¿Quién podría esperar que viniesen a buscarnos?”, pensó Miguel. “Por fortuna instalamos una puerta blindada en el dormitorio. Pero si quieren sacarla de allí lo harán. Son capaces de cualquier cosa”. Mientras pensaba en su mujer conjeturaba sobre cual sería la mejor manera de librarse de los matones. “Tengo que intentar escapar. Aunque tengan el Dvd no estarán satisfechos. Nos matarán igualmente. Poco importa que sean las únicas grabaciones de la cámara de seguridad de la joyería. Hubo testigos. Nosotros dos”.
-Parece que no va –dijo el que se encargaba de manejar el aparato. Lo había encendido y apagado varias veces pero era incapaz de leer el disco-. No se ve nada.
-¿Nos estás intentando engañar? –el cabecilla de la banda avanzó lentamente hacia Miguel retándole con la mirada. Trató de moverse pero el tercer matón le mantenía inmovilizado por la espalda-. ¿Crees que nos la vas a colar? Quizá tenga que convencerte –le descargó un tremendo puñetazo en el estómago que estuvo a punto de dejarle inconsciente. El dolor le recorrió el cuerpo como un latigazo deteniéndole la respiración durante unos segundos. De no estar inmovilizado hubiera caído al suelo-. ¿Nos vas a ayudar o te lo tengo que pedir por favor?
-Es que –Miguel trató de sobreponerse al dolor y a la falta de oxígeno-. No funciona… Muy bien… Tiene… Tiene un truco.
-¿Un truco? –el cabecilla le agarró por los pelos obligándole a alzar la mirada. Su enemigo estaba tan cerca que era capaz de nadar en su aliento de Vodka-. ¿Te crees que somos gilipollas? No te lo preguntaré otra vez. ¿Dónde está el disco?
-Os lo juro. Es ése –una idea repentina sacudió su cansado cerebro-. Es que el Dvd no funciona… Muy bien. Soltadme y lo pondré. Hay que encenderlo con el disco metido en la bandeja y pulsando el play.
-¡Pruébalo así! –el cabecilla se dirigió al matón que manejaba el reproductor. Éste siguió las instrucciones pero su esfuerzo resultó inútil-. Está bien. Suéltale –Miguel, una vez libre, se acercó al aparato y, siguiendo la costumbre, consiguió arrancarlo-. ¿Todo eso tienes que hacer? Con el dinero que te has ganado blanqueando dinero para nuestro jefe podrías haberte comprado algo mejor.
-Es un regalo –dio la espalda a la televisión y, disimuladamente, se acercó hasta la puerta que conducía al pasillo. Centímetro a centímetro fue ganando la posición mientras los intrusos se abstraían visionando las grabaciones-. Ya os dije que era el verdadero. Pero ya veréis que no tiene ningún interés.
“¡Ahora!”. Fue lo último que pensó. Echó a correr por el pasillo como alma que lleva el diablo confiando en su memoria a la hora de esquivar los obstáculos. Había cogido por sorpresa a sus captores pero los gritos que escuchaba detrás suyo evidenciaban que le perseguían. Aunque, por fortuna, ellos sí desconocían la casa. Llegó al fondo y giró a la izquierda milagrosamente. Un segundo más tarde golpeaba la puerta del dormitorio.
-¡ABRE LA PUERTA! ¡LUCÍA, ABRE! ¡ME ESTÁN PERSIGUIENDO!
La puerta se abrió lo justo para que él pudiera pasar. Una vez dentro del dormitorio la cerraron, corriendo todos los cerrojos.
-¿¡Quiénes son!? –preguntó Lucía aterrorizada-. ¿A que han venido?
-Son los matones de Rafael. Han venido a por las grabaciones –éstos comenzaron a patear el otro lado de la puerta. El sonido quedaba amortiguado por la solidez del blindado-. ¡Tenemos que salir de aquí! ¡Son capaces de cualquier cosa! –el sonido de un disparo corroboró su afirmación. El nerviosismo de la pareja aumentó hasta niveles sobrehumanos-. ¡Rápido! ¡Por la ventana! – Se escuchó un segundo disparo. Pero esa bala tampoco atravesó el blindaje -.
Cruzaron corriendo el dormitorio en dirección a la ventana. Una vez allí Miguel abrió los cristales y, mediante un resorte escondido, liberó la reja de sus anclajes. Posteriormente ayudó a su mujer a descolgarse hasta la calle. Su casa solo tenía una planta.
-¡Vamos! –Lucía gritó desde el suelo a su marido. Éste no tardó en reunirse con ella-. ¡Salgamos por la verja!
Ambos echaron a correr en dirección a la salida de la finca. Estaba separada unos doscientos metros de la casa por lo que el esfuerzo iba a ser grande. Volaron todo lo deprisa que les permitían las piernas a través de la carretera, flanqueada a ambos lados por una hilera de lámparas solares que arrojaban una débil luz sobre sus cuerpos empapados en sudor. Esto les ayudaba a orientarse. Pero también les convertía en blanco fácil. El primer disparo no se hizo esperar. La bala silbó a escasos centímetros de la cara de Miguel. “Solo unos metros más”. Un segundo disparo fue seguido del sonido de un objeto al chocar violentamente contra el suelo. Se detuvo y miró temeroso detrás suyo. La sospecha se confirmó. Su mujer yacía agonizante entre convulsiones.
-¡LUCÍA! –Miguel retrocedió gritando en su ayuda. -¡LUCÍA!
Un tercer disparo acabó de golpe con los gritos.

Siguiente eslabón.


Comentarios

6 comentarios

Doña Paranoica

Menuda imaginación, me quedo encantanda con tus relatos.

¿Para cuando la segunda parte de las pastillas de colores? Estoy intrigada

Un besazo enorme

Iván

Gracias por las flores!
Estoy con la historia de la píldora. De momento creo que hasta el viernes o sábado no podré ponerla. Voy de culo esta semana.
Un saludo!

PeiT

Es una alegría volver a leer algo que no tiene nada que ver con la CocaCola xD

Iván

La cogiste fuerte con la coca-cola, Peit.
Prometo no volver a hablar de ella en el blog. Y el replantearme la supervivencia de la sección de parecidos.
Je..

Don't worry, be happy

No he podido dejar de leer hasta el final, me ha encantado. 😀

Iván

Gracias, don’t worry. Tus felicitaciones me animan a seguir escribiendo…
Un saludo!


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