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Relatos encadenados: miedo en la sopa.

Eslabón anterior.

-¿Está la cena?
Ésas eran las primeras palabras que pronunciaba el cabeza de familia. Cada noche volvía de trabajar escupiéndolas de mala gana, sin saludar primero. Solían ser las únicas que se oían hasta la mañana siguiente. Después se sentaba en la mesa y, sin haberse despojado del vestuario laboral, engullía con avidez los dos platos y el postre que su mujer había preparado mecánicamente y sin ningún entusiasmo. Y aquella cena no parecía resultar diferente.
“Que raro que no me haya preguntado nada”, pensó Miguel introduciéndose una cucharada de sopa en la boca. Miró de reojo a su padre. Continuaba ajeno a ellos. “Casi mejor así. Cuantas menos explicaciones tenga que darle mejor. No me apetece discutir hoy también con él”. Una punzada de dolor le recorrió el cuerpo partiendo de su brazo derecho. El recuerdo de la agresión le devolvió el daño físico. Miró a su madre. También parecía distante. “Seguro que en cualquier sitio menos en esta mesa”. Después volvió a fijar la vista en el plato, abstrayéndose en sus pensamientos. Pero una súbita pregunta le arrojó de golpe a la realidad.
-¿Te han dado hoy las notas? -la voz de su padre era agresiva y cortante. Incluso intimidatoria. El tintineo de las cucharas se interrumpió-.
-Sí –Miguel logró rescatar a su garganta del pánico que le consumía-. Me las han dado… Esta mañana.
-Tráemelas.
Su hijo se levantó, sin hacer el más mínimo de ruido con la silla, saliendo del comedor en busca de sus calificaciones. Apenas tardó medio minuto en volver. Sostenía en la mano derecha un papel, que ondeaba suavemente con cada paso que daba. Se lo alcanzó a su padre. Éste se lo arrebató con un violento estirón.
-¿Por qué no tratas mejor al chico? –la madre había alzado la voz mirando con determinación a su marido. Él le devolvió la mirada, aceptando el desafío. Pero ella estaba en desventaja. La fuerza bruta no estaba de su parte-.Te recuerdo que es tu hijo.
-Será mejor que te calles. No me vas a decir como tengo que tratarle –alzó las notas situándolas a la altura de los ojos. Miguel aprovechó para volver al asiento y prepararse para la tormenta. Pero ésta tardaba en llegar. Su padre continuó leyendo unos minutos más repasando con extrañeza lo que estaba escrito. No daba crédito a lo que veían sus ojos-. ¿Esto es lo que has sacado?
-Sí… Papá.
-¿No las has falsificado? –dio un último repaso a la hoja. Sus facciones no se movieron-. ¿Seguro que son las tuyas?
-Sí –los nervios se habían desatado violentamente por el cuerpo de Miguel. Sintió como se le revolvía la sopa en el estómago-. Es lo que he sacado este trimestre.
-Pues están bastante bien –el padre arqueó los labios en un esbozo de sonrisa. Era la primera vez que lo hacía durante el último año. Dejó el papel sobre la mesa y continuó con la sopa-.
Miguel suspiró aliviado. Aquella noche no dormiría caliente.

Siguoente eslabón.


Comentarios

3 comentarios

rakel

uf! menos mal, en serio que me estaba dando miedo.
ola!
no me hechabas de menos,no? es que ando de aqui para alla y solo me paso de refilón. pero me paso.
como va lo de la pareja? al final hay bodorrio? jajajajaja
bjs!

Tsuki

jur, típico relato que te deja con mala sangre porque sabes que ahora mismo está pasando verdad.

Un saludo !

Iván

Rakel, tampoco era mi intención darte miedo. No es que sea demasiado agradable. Pero el relato quiso salir por ahí. Yo solo obedezco. Pues sí que te echaba de menos. Ya hacía tiempo que no te veía por aquí. aunque supongo que debes de estar ocupada escribiendo. Ah! Parece que la pareja encontrará la manera de pagar la boda por su cuenta. Va ganando por dos votos. La semana que viene cierro la encuesta. Uns saludo!
Hola Tsuki! No quería dejarte con mala sangre. Como dices está pasando en el lugar menos pensado. Y la desgracia es que la falta de educación específica perpetuará ese comportamiento. ¿Realmente conseguirá algo la nueva asignatura de educación para la ciudadanía? Esperemos que sí. ¿Ya has hecho las maletas? 🙂


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