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Infimocuentos: estrellas en lata.

El duende jugueteaba con aquella lata oxidada mientras recordaba las palabras del viejo mercader: “ten cuidado cuando la abras. Las estrellas son revoltosas. Y si les das la más mínima oportunidad escaparán”. Pero la impaciencia le consumía. Así que decidió echar un vistazo antes de llegar a su cueva. Abrió con sumo cuidado un resquicio en la tapa quedando cegado momentáneamente por el fulgor que provenía del interior. “No me ha mentido. Es lo más bello que he visto en mi vida”. Siguió caminando mientras calculaba los beneficios que le reportarían aquel hallazgo. Su avaricia se despertó en su cabeza ocupando toda su atención. Con tan mala suerte que tropezó, escapándose de sus manos el preciado tesoro. Las estrellas revolotearon nerviosas al verse liberadas de su cárcel de metal corriendo raudas a ocupar el espacio en el cielo del que habían sido secuestradas. El duende quedó tumbado en el suelo contemplando el espectáculo. Pero no le fascinaba. Su negocio se había esfumado de golpe. Y el resto del mundo podría admirar gratis lo que él había pagado de su bolsillo.

Comentarios

5 comentarios

PeiT

Muy bueno. Me gusta la idea de los Infimocuentos. No sé si es cosa mía o este tenía un ligero regusto al estilo de El Principito. O puede que no, ya se sabe que los adultos nunca advertimos las cosas importantes de la vida.

Berenice

Que bueno!… me ha encantado

Para mi la moraleja va más por aquello de la libertad y que lo que es libre no puede encerrarse..

Iván

Peit, puede que sí se parezca algo al Principito (el primer libro que leí en mi vida). También me han dicho que se parecía al de la lechera. Lo cierto es que resulta difícil no escribir algo sin dejase influir mínimamente.
Buena moraleja, Berenice. Y también que lo más bello de la vida es lo que no cuesta dinero. Aunque los que lo tengan se empeñen en hacernos creer lo contrario. Cada uno puede extraer la suya propia. Y eso es lo que más me gusta.

rakel

ojala esas cosas pasasen más amenudo, con descubrimientos igual de brillantes, para tod@s y gratis. no sería estupendo?

Iván

Estupendísimo, Rakel. El problema es que los descubrimientos no los hacemos hasta que no estamos predispuestos para ello.
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