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Dos relojes para una misma hora (final alternativo).

Hoy descubrí el blog de literazurda de la mano de Javier y en éste hay una entrada interactiva donde los lectores tienen que acabar un relato inconcluso. Me gustó la idea y aquí está el resultado. Antes de leerlo pasaros por el post de inicio.

-Pensé que no vendrías -una voz femenina sonó a su espalda-. No creí que fueses capaz de dejar a tu mujer e hija en Santander para venir a verme a mí.
-Sabes que eres lo más importante de mi vida -se giró y lo que vieron sus ojos le dejó pasmado. La belleza de su amante era insultante y hacía empequeñecer de envidia a toda mujer que se atrevía a pasar junto a ella-. Dios mío -las palabras se le atragantaban en la garganta después de subir desde la entrepierna-… Eres… Eres preciosa. Más de lo que aparentaba tu foto.
-Yo sin embargo te veo igual. ¿No vas a besarme?
Los escasos cinco metros que les separaban se transformaron en un abismo para él. «Ahora no puedo echarme atrás . Tengo que llegar hasta el final». Vaciló. Pero sus piernas se decidieron a avanzar. Un metro, dos… Sus miradas permanecían unidas por el hilo invisible del deseo y fue éste el que acabo fundiéndoles en un beso tras el último paso. «Tiene el sabor del sobao mojado en leche caliente. Dulce, suave, tierno… Como hacía años que no probaba». Instintivamente abrió los ojos levantando la muñeca derecha. Sin dejar de besarla trató de mirar la hora. Pero al hacerlo se dio cuenta de que ése era el reloj que estaba parado. Antes de bajar su muñeca observó la esfera y ésta le devolvió una imagen extraña. Las manecillas y números se habían desvanecido y su lugar lo ocupaba el rostro de su hija que le miraba con estupefacción bajo el cristal. «¿¡Qué estás haciendo papá?». Él trató de bajar la muñeca. Pero estaba hipnotizado. «¿Ya no quieres a mamá?»
Una punzada de culpa le revolvió el estómago. No había pensado en lo que hacía. Hasta ese momento.
-¿Te pasa algo? -la amante le miraba preocupada a escasos centímetros de su cara-. ¿Por qué has dejado de besarme?
-Creo que lo que estoy haciendo está mal -«claro que está mal», dijo su hija desde el reloj-. Creo que será mejor que vuelva a Santander.
Y, tras decir esto, dio media vuelta y bajó corriendo las escaleras que tanto trabajo le había costado subir. Ni siquiera se despidió de la mujer que se quedó pasmada en mitad del locutorio con el sabor de los labios ajenos aún en los suyos. Corrió hasta el metro consiguiendo entrar en él justo en el momento en que se cerraban las puertas. Jadeando volvió a mirar el reloj de su mano derecha. Ya no estaba su hija. Pero había algo todavía más extraño. La manecilla del segundero se movía pausadamente mientras las otras dos marcaban estáticas las 22 y 20.


Comentarios

10 comentarios

Mariano Zurdo

¡Otro magnífico final para la colección!
Estáis que os salís.
Muchísimas gracias por aceptar el juego.
Un abrazo zurdo.

Alfman

joé a eso lo llamo yo un bajón, si es que tener amantes y descendencia al mismo tiempo debe ser de lo más complicado, muy beno, si señor, un saludo…

Estilografic.blog

Magnífico, Ivan. Ya somos una familia. Y numerosa.

vitruvia

Muy bonito. Es increible, hay tantos finales como personas.

Iván

No tienes por que dar las gracias, MAriano. Ha sido un placer participar en el juego. Participaré en los que propongas. Siempre que pueda, claro.
Debe ser complicado, Alfman. Por suerte no me pasa. Supongo que a veces nos comportamos de una manera por que no somos conscientes de lo que hacemos. A veces hay que reflexionar un poco.
Encantado de formar parte de vuestra familia, estilografic. Casi suena a mafioso. ;D
Creo que eso es lo bueno de la literatura, Vitruvia. Que cada escritor concibe la historia a su manera.
Un saludo!

Escriptorum54

Me ha encantado el sabor del sobao y la niña en el reloj.

Iván

Viniendo de Santander no podía haber mejor paralelismo. Como recuerdo los sobaos que me traía mi tía del Pas… La niña es la voz de la conciencia. Me pareció una buena imagen.
Un saludo!

Javier Menéndez Llamazares

Un gran final, Iván, como no podía ser menos.
Y además eres el único que ha dejado al pobre infiel disfrutar de su aventura (aunque fuera un poquito nada más).
Un abrazo.

neurotransmisores

Estoy de acuerdo con scriptorum54 el punto cumbre del relato es la niña en el reloj; para meditar…

Iván

Gracias, Javier. Aunque no sé si realmente acabó disfrutando mucho. Tendrá para siempre guardada la imagen de su hija en el reloj. Aunque al menos no se ha llevado una paliza con dos tomos de Quevedo. Ni le han matado al pobre…
Neuro, es una buena idea meditar antes de meterse en según que jardines. Sobre todo en los de la infidelidad. Más de una lágrima nos ahorraríamos…
Un saludo!


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