Impasible.
-Podrías decir alguna palabra –le dije mirándola a los ojos-. Siempre estás en silencio.
Pero no me contestó. Su rostro mortecino permaneció impasible. Como el primer día en que la conocí. Y no me extrañó. Siempre era yo quién hablaba, el que desnudaba a ambos, quién se movía durante el acto sexual. Incluso la vestía tras haberlo realizado. Y jamás me dio las gracias.
-¿Quieres una copa? –aguardé unos instantes-. No sé por que me esfuerzo. Espérame aquí –fui al comedor y volví al dormitorio con una botella de whisky y un vaso de cristal. Me serví un gran trago-. No te ofrezco. Ya beberé yo solo.
El licor atravesó mi garganta bajando hasta el estómago como un río de fuego. “¿Cuántos llevó ya?”. Imposible saberlo. Había comenzado la velada en el bar. Y me resultaba imposible cuantificar el número de copas.
-¿Te voy desnudando? –dejé el vaso en la mesita y le quité la blusa. Un sujetador blanco de encaje cubría con elegancia sus pechos-. Ya te lo había visto antes. Lo llevabas puesto la última vez.
La empujé por los hombros y la tumbé sobre la cama, plantándole un sonoro beso en sus colorados labios. Mientras le bajé la falda junto con las bragas. No obtuve resistencia.
-Estás un poco fría. Aunque por poco tiempo.
Me levanté desnudándome a toda prisa. Mi equilibrio peligraba pero no falló. Ella me contemplaba desde la cama con la boca abierta. Esperándome. Volví a tumbarme repasando con mis manos cada centímetro de su cuerpo. Las piernas, el culo, su sexo… Nada escapaba a mi curiosidad. Continué subiendo por la cintura hasta llegar a sus pechos. Los apreté y besé con intensidad. Con tan mala suerte que cedieron bajo la presión deshinchándose rápidamente. En pocos segundos su volumen se esfumó con un silbido.
-¡Mierda! Tendré que comprar otro parche.
Pero no me contestó. Su rostro mortecino permaneció impasible. Como el primer día en que la conocí. Y no me extrañó. Siempre era yo quién hablaba, el que desnudaba a ambos, quién se movía durante el acto sexual. Incluso la vestía tras haberlo realizado. Y jamás me dio las gracias.
-¿Quieres una copa? –aguardé unos instantes-. No sé por que me esfuerzo. Espérame aquí –fui al comedor y volví al dormitorio con una botella de whisky y un vaso de cristal. Me serví un gran trago-. No te ofrezco. Ya beberé yo solo.
El licor atravesó mi garganta bajando hasta el estómago como un río de fuego. “¿Cuántos llevó ya?”. Imposible saberlo. Había comenzado la velada en el bar. Y me resultaba imposible cuantificar el número de copas.
-¿Te voy desnudando? –dejé el vaso en la mesita y le quité la blusa. Un sujetador blanco de encaje cubría con elegancia sus pechos-. Ya te lo había visto antes. Lo llevabas puesto la última vez.
La empujé por los hombros y la tumbé sobre la cama, plantándole un sonoro beso en sus colorados labios. Mientras le bajé la falda junto con las bragas. No obtuve resistencia.
-Estás un poco fría. Aunque por poco tiempo.
Me levanté desnudándome a toda prisa. Mi equilibrio peligraba pero no falló. Ella me contemplaba desde la cama con la boca abierta. Esperándome. Volví a tumbarme repasando con mis manos cada centímetro de su cuerpo. Las piernas, el culo, su sexo… Nada escapaba a mi curiosidad. Continué subiendo por la cintura hasta llegar a sus pechos. Los apreté y besé con intensidad. Con tan mala suerte que cedieron bajo la presión deshinchándose rápidamente. En pocos segundos su volumen se esfumó con un silbido.
-¡Mierda! Tendré que comprar otro parche.
6 comentarios
Comentarios
6 comentarios
Vaya sorpresa me he llevado con tu blog. Sorpresa agradable, por supuesto. Ya estás entre mis Feed RSS favoritos.
Gracias por tus comentarios en mi blog.
Un saludo,
JmpaSrgc
Gracias jmpasrgc (vaya nick). Me gusta causar sorpresa. Sobre todo agradable, por supuesto. Siempre he tratado de hacer algo diferente.
Un saludo!
¿No has probado con cinta adhesiva?
Resistentes, de corte fácil, uso sencillo, ideales para cualquier tipo de trabajo en la oficina, en casa, en la cama… Utilice cintas adhesivas y tendrá su vida resuelta.
Tengo parches de bici de hace unos 15 años ¿estarán pasados, o te podrán servir?
Saludos
Al principio del relato parecía de verdad.
Je je… La famos cinta americana. No sé si el personaje podría arreglarla con eso, Jubi. Aunque muy estético no creo que resulte.
Jamás he tenido ninguna muñeca hinchable ni sé cual es su tacto. Yo siempre he sido (y seré) de las manualidades.
La historia se trataba de esconder la realidad, Neuro. Si al principio no pensabas que la chica era falsa es que lo he conseguido.
Un saludo!
ME LO HE CREIDO TODO.. JIJIJI..
Me has sorprendido.. dicen por ahi.. que la pega loca es imbatible.. deberias usarla..
abrazos..
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