Desmontando el deseo. Hoy: las fantasías sexuales.
Pensando en nuevos temas para esta sección de desmontando el deseo pensé en las fantasías sexuales y en lo que pueden llegar a decepcionarnos cuando por suerte (o por desgracia) conseguimos ponerlas en práctica. ¿Por qué será que muchas veces las situaciones no son iguales en nuestra imaginación y en la realidad? No hay nada que nos excite tanto y nos defraude posteriormente como las fantasías sexuales. Por algo son fantasías. ¿No estáis de acuerdo? A ver si consigo cambiar vuestra opinión.
La más clásica, sobre todo entre los hombres, es el sexo en grupo. ¿Qué tío no ha soñado alguna vez con montárselo con más de una mujer a la vez? No seré yo quién tire la primera piedra (no sea que me caiga en la cabeza). Pero, ¿realmente se puede disfrutar en un trío o una orgía? Mi imaginación no da para tanto pero lo que está claro es que también tiene muchos inconvenientes. ¿Quién es el primero que se desnuda? A priori lo más complicado es superar la timidez de encontrarse entre gente que no conoces (y encima desnudos). Acordar quién empieza, por dónde, los turnos… Tanta tensión puede acabar con el futuro acto. Y con el placer. Por que si es difícil satisfacer a una sola mujer, cuando tienes que dejar contentas a varias… Necesitas ser un pulpo o tener la cabeza de un matemático aplicado al sexo. Y lo extraño es que quién lo ha hecho sólo alardea de lo bien que lo ha pasado o lo borrachos que estaban todos, sobre todo en las orgías. Así no me extraña que casi ninguna mujer recuerde lo que ha hecho la noche anterior. Casi mejor no hacerlo. Como diría el chiste: “con lo que hicimos lo que me extraña es que no nacieses siendo perro”.
Otra de las fantasías sexuales recurrentes, creo que más entre las mujeres, es el sexo en lugares públicos. Todo un aliciente para las personas más tímidas (y los “voyeurs”). Ya se sabe que la probabilidad de que nos pillen con las manos en la masa se eleva conforme aumenta la morbosidad de lo que hacemos. ¿Y para qué arriesgarse? Ganas de peligro, emociones fuertes, exhibicionismo… Pero a la hora de la verdad tampoco resulta tan atractivo. Sobre todo pensando en quién te puede coger. ¿Hay alguien que no haya sufrido en sus tiempos de adolescente cuando invitaba a algún “rollete” sin que en su casa estuvieran sus padres y en el momento menos oportuno se presentaran? (esto no es lo que parece. Estamos estudiando anatomía). Si no guardamos un buen recuerdo de aquella experiencia, ¿por qué repetirla sin saber con quién podemos tropezar? Siempre puede haber alguien que no se conforme con masturbarse mientras nos espía. Ascensores, parques, cabinas de teléfono… Cualquier sitio público puede servir para fantasear. ¿Quién no ha soñado con hacerlo en el probador de una tienda de ropa? Quizá no muy morboso aunque sí más seguro (el momento perfecto para probarse la lencería).
Hay dos fantasías sexuales femeninas que a mí me llamaron la atención cuando las escuché en uno de los numerosos estudios sexuales. Muchas mujeres fantasean con tener sexo “forzado” o con practicarlo con un desconocido. De lo primero no voy a comentar nada ya que no me resulta agradable hacer humor de un tema algo peliagudo. Pero de lo segundo… Tampoco es tan difícil montárselo con un desconocido. Basta con proponérselo. ¿Algún tío sería capaz de resistirse a esa propuesta? (yo sí, yo sí…). Hay fantasías que no son demasiado difíciles de materializar. Sólo nos falta apartar la timidez a un lado y lanzarnos. Aunque nunca se sabe con quién nos podemos encontrar. Hay veces que uno no se puede fiar de la pareja fija como para hacerlo del primero que vemos. Podemos tropezarnos con un amante perfecto o con un perfecto inútil. Aunque a veces lo creamos la vida no es como las películas. El aquí te pillo aquí te mato solo funciona en el cine porno (y en ciertas pizzerías).
De momento lo dejaré aquí. Se quedan un montón de fantasías sexuales en el tintero pero seguramente las utilice para otra entrega de desmontando el deseo. Y es que hay tantas… La lencería con zapatos de tacón y su striptease pertinente, las fresas con nata y chocolate (todo un clásico de la gastronomía sexual), la manía masculina de querer estrenar todos los agujeros (menos mal que los de las orejas son demasiado pequeños)… Y tantas otras. De hecho casi tantas fantasías sexuales como personas. Ya se sabe que la imaginación no tiene límites. Y a la hora de la verdad el mejor órgano sexual es la cabeza. La de encima de los hombros.
La más clásica, sobre todo entre los hombres, es el sexo en grupo. ¿Qué tío no ha soñado alguna vez con montárselo con más de una mujer a la vez? No seré yo quién tire la primera piedra (no sea que me caiga en la cabeza). Pero, ¿realmente se puede disfrutar en un trío o una orgía? Mi imaginación no da para tanto pero lo que está claro es que también tiene muchos inconvenientes. ¿Quién es el primero que se desnuda? A priori lo más complicado es superar la timidez de encontrarse entre gente que no conoces (y encima desnudos). Acordar quién empieza, por dónde, los turnos… Tanta tensión puede acabar con el futuro acto. Y con el placer. Por que si es difícil satisfacer a una sola mujer, cuando tienes que dejar contentas a varias… Necesitas ser un pulpo o tener la cabeza de un matemático aplicado al sexo. Y lo extraño es que quién lo ha hecho sólo alardea de lo bien que lo ha pasado o lo borrachos que estaban todos, sobre todo en las orgías. Así no me extraña que casi ninguna mujer recuerde lo que ha hecho la noche anterior. Casi mejor no hacerlo. Como diría el chiste: “con lo que hicimos lo que me extraña es que no nacieses siendo perro”.
Otra de las fantasías sexuales recurrentes, creo que más entre las mujeres, es el sexo en lugares públicos. Todo un aliciente para las personas más tímidas (y los “voyeurs”). Ya se sabe que la probabilidad de que nos pillen con las manos en la masa se eleva conforme aumenta la morbosidad de lo que hacemos. ¿Y para qué arriesgarse? Ganas de peligro, emociones fuertes, exhibicionismo… Pero a la hora de la verdad tampoco resulta tan atractivo. Sobre todo pensando en quién te puede coger. ¿Hay alguien que no haya sufrido en sus tiempos de adolescente cuando invitaba a algún “rollete” sin que en su casa estuvieran sus padres y en el momento menos oportuno se presentaran? (esto no es lo que parece. Estamos estudiando anatomía). Si no guardamos un buen recuerdo de aquella experiencia, ¿por qué repetirla sin saber con quién podemos tropezar? Siempre puede haber alguien que no se conforme con masturbarse mientras nos espía. Ascensores, parques, cabinas de teléfono… Cualquier sitio público puede servir para fantasear. ¿Quién no ha soñado con hacerlo en el probador de una tienda de ropa? Quizá no muy morboso aunque sí más seguro (el momento perfecto para probarse la lencería).
Hay dos fantasías sexuales femeninas que a mí me llamaron la atención cuando las escuché en uno de los numerosos estudios sexuales. Muchas mujeres fantasean con tener sexo “forzado” o con practicarlo con un desconocido. De lo primero no voy a comentar nada ya que no me resulta agradable hacer humor de un tema algo peliagudo. Pero de lo segundo… Tampoco es tan difícil montárselo con un desconocido. Basta con proponérselo. ¿Algún tío sería capaz de resistirse a esa propuesta? (yo sí, yo sí…). Hay fantasías que no son demasiado difíciles de materializar. Sólo nos falta apartar la timidez a un lado y lanzarnos. Aunque nunca se sabe con quién nos podemos encontrar. Hay veces que uno no se puede fiar de la pareja fija como para hacerlo del primero que vemos. Podemos tropezarnos con un amante perfecto o con un perfecto inútil. Aunque a veces lo creamos la vida no es como las películas. El aquí te pillo aquí te mato solo funciona en el cine porno (y en ciertas pizzerías).
De momento lo dejaré aquí. Se quedan un montón de fantasías sexuales en el tintero pero seguramente las utilice para otra entrega de desmontando el deseo. Y es que hay tantas… La lencería con zapatos de tacón y su striptease pertinente, las fresas con nata y chocolate (todo un clásico de la gastronomía sexual), la manía masculina de querer estrenar todos los agujeros (menos mal que los de las orejas son demasiado pequeños)… Y tantas otras. De hecho casi tantas fantasías sexuales como personas. Ya se sabe que la imaginación no tiene límites. Y a la hora de la verdad el mejor órgano sexual es la cabeza. La de encima de los hombros.
4 comentarios
Comentarios
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Bárbaro Iván, la pregunta es buena ¿por qué las fantasías se apartan de la realidad? Será porque la realidad es una mala copia de la imaginación. Coincido contigo, nada mejor que una cabeza aventurera…siempre.
Si la imaginación fuese idéntica a la realidad dejaría de tener gracia, sin duda. Las fantasías sexuales son parte de ella. Y así deberían de seguir. Aunque yo distinguiría dos tipos: las que se deben realizar y las que no. Más que nada por que hay muchas imposibles. Pero si no soñáramos dejaríamos de estar preparados para la vida…
Madre mía. Que profundo.
Hola,
Yo intento normalmente llevar a la práctica todas mis fantasias, entre ellas las que has comentado aquí, he estado con dos mujeres y estuvo muy bien para que decir lo contrario. Y también he estado en trios HMH (heterosexuales) intercambios de parejas y el comenzar no es tan dificil, saludas, hablas, cuando hay confianza empiezas a acariciar, unos primeros besos y roces y al final todos desnudos.
Lo que si es cierto es que una vez que cumples tus fantasias dejas de verlas de la misma manera, dejan de ser «sueños» a ser deseos de repetir, en el caso de que vaya bien, y si no ha ido bien… a cambiar de fantasía.
Mi fantacia preferida es masturbarme viendo dormir a mi madre en ropa interior, pienso que se lo estoy metiendo por la vagina, se la huelo mientra duerme, quiero cojermela pero no tengo el valor de decirselo. ya tengo 40 años, estoy casado y cuando la veo quiero verle la cuca para hacerme la paja y tener unos orgámos esplendidos. Eso es normal? Pedro
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