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Empareja2 (16) – De compras (parte 1).

-¿Te gusta éste? –preguntó Sergio señalando uno de los portátiles de la estantería-. Tiene de todo y la pantalla es bastante grande. Justo como lo necesito.
-¿No es un poco caro? –respondió Marta fijándose en la etiqueta del precio-. Son casi 1.400 euros. Los hay más baratos que ése que te gusta.
-¿Y a ti que más te da? –preguntó Sergio ligeramente irritado-. Lo paga Thaïs así que… Cogeré el que más me guste.
-Aunque lo pague Thaïs no significa que puedas gastarte lo que te dé la gana. No voy a dejar que la times desde el primer día.
-¿Y entonces tú que sugieres? Necesito un portátil potente que tenga una buena pantalla sobre la que hacer los diseños. No me gusta tener que moverme por un escritorio pequeño. Además –Sergio hizo una pausa para avisar por gestos a un dependiente que les observaba a escasos metros-… Thaïs ha montado una empresa y esto son gastos. Le sirve para deducir el iva.
-Ya le diré que te deduzca el sueldo también. No sé por que le sugerí tu nombre.
-¿Les interesa algún portátil? –preguntó amablemente el dependiente enarbolando una amplia sonrisa-. Éste tiene una calidad excelente. Perfecto para los diseñadores.
-Y para arruinarte el bolsillo –dijo Marta por lo bajo. El dependiente no pareció oírla-.
-¿Tiene instalado el Vista Ultimate? –preguntó Sergio-. No me gustaría tener que actualizarlo después.
-Viene integrado –respondió el dependiente-. Con 2 GB de ram y grabadora de DVD con “lightscribe”.
-¿Para qué quieres todo eso? –le recriminó Marta. Sergio pareció ignorarla-. ¿No vas a escucharme?
-Thaïs me dio 2.000 euros para gastármelos en un portátil. Y eso es lo que voy a hacer –continuó dirigiéndose al dependiente-. Me llevaré éste. ¿Me haces factura? –el dependiente asintió-. No sé por que te preocupas tanto. Al fin y al cabo quién paga es la empresa.
Sin intercambiar más palabras Marta y Sergio se dirigieron tras el dependiente. Éste llevaba la caja de cartón donde yacía el portátil manteniéndola bajo el brazo como si fuera el último tesoro de una isla electrónica. La cajera pasó el código de barras por el lector, imprimió el ticket de compra y lo grapó a un papel más grande donde constaban los datos de la nueva empresa de Thaís. Sergio sacó tres billetes de 500 euros de la cartera, pagó y, tras recoger el cambio, salió con Marta de la tienda. El rostro de ésta presagiaba tormenta.
-No te enfades –Sergio la cogió por la cintura intentando arrastrarla hacia él. Marta no se dejó-. Te invito a merendar. ¿Te apetece? –ella siguió imperturbable-. Podemos tomar un helado. De frutas del bosque, por ejemplo.
Marta fue incapaz de resistirse a un gran cucurucho de helado por lo que decidió aceptar la oferta y claudicar antes de iniciar la batalla. Tampoco le parecía un motivo por el que enfadarse el hecho del excesivo gasto en el ordenador. Por mal que le pesara Sergio tenía razón: Thaïs le había dado los 2.000 euros para que se los gastara en un portátil y no había dicho nada del precio máximo que tenía que alcanzar. Aunque tampoco le iba a regalar un extra de orgullo a su novio por lo que siguió sin hablarle hasta que ambos se sentaron en la terraza de una heladería con sendos cucuruchos en la mano de frutas del bosque.
-¿Fuiste tú quién le dijo que me contratara? –preguntó Sergio tras el primer lametón de helado-.
-Sí –contestó Marta haciendo lo propio-. Me comentó que había decidido lanzarse a la piscina y arriesgar sus ahorros en montar una empresa. No me dijo que buscase a alguien específicamente pero sí me comentó que no sabía si iba a poder llevarla ella sola. Por lo que se ve tiene una pequeña cartera de clientes que se ha llevado de su anterior trabajo –dio un nuevo lametón al cucurucho-. Le dije que tú sabías de diseño y se interesó en contratarte.
-Nunca lo hubiera imaginado –comentó Sergio-. Siempre pensé que le caía mal. Y ahora vamos a trabajar juntos. Desde luego la vida da muchas vueltas.
-Tampoco os habéis visto tantas veces como para saber que le caías mal.
-Siempre me ha dado esa impresión –Sergio mordió un pedazo de galleta-. Desde que me acerqué a ella para conocerte a ti.
-Ahora que lo dices… Puede que le jodiera que fueras a por mí en vez de atacarla a ella. No lleva muy bien las derrotas cuando se trata de conquistar a un hombre. Siempre hemos sido amigas y jamás he ligado yo antes que ella. Y todos mis novios, cuando la conocían, trataban de enrollarse con ella.
-Menos yo –Sergio pasó la mano por debajo de la mesa y estrechó la de Marta con ternura. Ésta le correspondió mientras le dedicaba la mejor de sus miradas-. Jamás me ha interesado Thaïs. Y jamás me interesará.

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Comentarios

3 comentarios

Ilión

Lo has dejado claro… pero tú mismo has dicho, o más bien Sergio: «La vida da muchas vueltas».

Claro que, en este caso, da las que quiera el autor. 😉

Un beso

Lucía

A ver si se van a reconciliar y todo …

Yo es que no entiendo a estos dos, aún no confiesan?? Yo no podría vivir con una carga así y discutirme por tonterías como el precio de un portátil …

Iván

Yo no sé por donde darán las vueltas, Ilión. Hay veces que me sorprenden. En serio. Cuando creas su carácter acaban moviéndose por sí mismos.
No están peleados, Lucía. Es su manera de ser. Simplemente discuten. Y lo de confesar… En la encuesta que hice salió que no así que toca aguantar el veredicto. Aunque sí les pegaría que lo contaran.


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