El oso pardo – Psicólogo de animales.
-¡El siguiente!
El psicólogo de animales había perdido la cuenta del número de veces que en su vida profesional había pronunciado esas palabras. Y se encontraba pensando en aquello cuando la puerta del consultorio se abrió dejando paso a un corpulento oso pardo con un extraño recipiente en la mano que, agachándose para no tropezar con el dintel, avanzó nerviosamente hasta el centro de la estancia, se colocó el diván hasta dejarlo a su gusto y se sentó, depositando el objeto en el suelo, sin encontrar posteriormente la postura,. El psicólogo le observaba detenidamente.
-Y su problema es…
El oso no le prestaba atención ocupado como estaba en aposentarse. Movió el trasero en círculos, cruzó y descruzó repetidas veces las piernas y, finalmente, se tumbó boca arriba emitiendo un largo y sonoro suspiro.
-Y su problema era -repitió el psicólogo sin esconder su impaciencia-…
-Hola -saludó el oso pardo con una amplia sonrisa. Sus ojos se posaban sobre cuanto objeto se encontrara en su campo visual. Se aseguró de la posición de su frasco, bastante parecido a un termo, y cruzó las zarpas sobre su pecho peludo-. He venido a hablar con usted.
-Ya me imagino. Para eso me paga -«y no poco», pensó el psicólogo imaginando la suculenta factura-. ¿Cuál es su problema?
-Yo no tengo ningún problema.
-Otro igual -sentenció el psicólogo en voz alta-. Y van…
-Bueno -matizó el oso pardo-. Eso es lo que creo. Aunque mi mujer no opina lo mismo.
-¿Y por qué no ha venido su mujer a acompañarle?
-Está hibernando.
Durante medio minuto sólo se escuchó el susurro del bolígrafo sobre el bloc de anotaciones. La escritura era pausada y pormenorizada.
-¿Y cómo es que usted no está hibernando? -preguntó el psicólogo sin levantar la mirada de su libreta-.
-No me apetece -comentó el oso con una sonrisa-. Con la de cosas que tengo que hacer estoy yo como para dormir durante casi cinco meses.
-¿Sabe que es lo más normal en su raza?
-Eso no me obliga a hibernar si no tengo ganas.
-Es cierto. Pero tampoco se me ocurre que puede hacer un oso pardo durante el invierno si no tiene nada que comer.
-Tenemos la despensa llena. Y todavía puedo salir a cazar, ir al supermercado, encargar algo de compra por internet…
El psicólogo advirtió un estado de nerviosismo creciente en el oso. Sus pupilas se abrían más y más conforme detallaba los meses futuros y sus manos, antes quietas sobre el pecho, se movían nerviosas entre generosos aspavientos.
-¿Usted toma algo para no dormir?
-¿Yo? -preguntó el oso. El psicólogo asintió-. No tomo nada.
-¿Y en ese termo que hay? Tiene toda la pinta de ser de café.
-¿Eso qué es? -preguntó el oso. Aparentemente desconocía la bebida-. No lo había oído nunca.
-El café es una bebida que toman los humanos para evitar el cansancio y las ganas de dormir -señaló el termo-. Y ese frasco es el sitio habitual para llevarlo.
-¿Este frasco? Se lo cojo al guardabosques cada mañana. Me encuentro mucho mejor cuando me lo tomo.
-Pues creo que hemos encontrado la solución a su problema.
-¿Problema? ¿No hibernar es un problema?
-Lo será cuando llegue la primavera y usted no haya descansado lo suficiente. Además -el psicólogo hizo unas marcadas cruces obre el papel-. Seguro que su mujer no estará muy satisfecha cuando se despierte y se entere de que no ha dormido.
-¿Por qué? ¿Entiende de vida en pareja?
-Soy psicólogo -hizo una nueva pausa añadiendo algo más de tensión a la conversación-. ¿Usted pensaba limpiar el polvo de la cueva, cambiar la decoración de las paredes o encargarse de la búsqueda de una nueva vivienda?
-Pues no -el oso rebuscó entre sus deseos futuros-. Quería hacer esquí, muñecos de nieve, montar en el ave, visitar el Tibidabo…
-¿Usted cree que su mujer, después de haber estado casi seis meses hibernando, estará satisfecha cuando descubra que usted ha estado despierto y no ha hecho nada de la casa?
-Pues -el oso recapituló dándose cuenta del embrollo en el que iba a meterse-… Quizá tenga razón. Pero el caso es que… Tampoco tengo tanto frío como para hibernar.
-¿No? -el psicólogo de animales cogió el mando a distancia del aire acondicionado pulsando el botón del descenso de temperatura. Un aire gélido brotó del aparato-. ¿Y ahora? ¿Tiene frío?
-No.
-¿Y ahora? -bajó aún más la temperatura-.
-Tampoco.
-No puede ser -el aire acondicionado estaba al mínimo dotando a la consulta del clima del polo norte-. Es imposible que usted no tenga frío. Me estoy congelando.
-Pues estoy bien a gusto.
-Déjeme oler el termo -el psicólogo se levantó de su butaca desentumeciendo con esfuerzo sus músculos y levantó el termo del suelo abriendo también la tapa. Un profundo olor a brandy brotó del interior-. ¡Ahora lo entiendo todo! -exclamó identificando el mismo olor en el aliento de su paciente-. ¡Se bebe el carajillo del guardabosques!
-Así que se llama carajillo -el oso se mostraba pensativo-… Él le llama «levantamuertos».
-Pues será mejor que abandone este hábito -aconsejó el psicólogo volviendo a su butaca. Subió el aire al máximo-. Los osos borrachos no son propios de los bosques. Del circo quizás.
-Supongo que tiene usted razón -dijo el oso mirando con ternura el termo de carajillo-. A mi mujer no le hará gracia saber que tiene un marido borracho.
-Seguramente no -corroboró el psicólogo realizando las últimas anotaciones-. Será mejor que vuelva junto a ella e hibernen juntos -el oso pardo se levantó del diván dirigiéndose hacia la puerta del consultorio-. Un último consejo -el paciente se giró sobre sus talones-. Será mejor que no se acerque por la Zarzuela. Tienen una especial predilección por los osos borrachos.
-¿Y eso?
-Nada -contestó riendo-. Era sólo un chiste.
Comentarios
8 comentarios
Buena historia. El oso parecía tonto, pero no.
No he pillado el chiste …
Creo que por la caza del oso, sea este borracho o no, el borracho ya lo ponen ellos.
Un saludo
La última entrada de lupe cuando publicaba el comentario: COMIENZA EL CURSO
Yo como Lucia tampoco lo he pillado.
Isa
Antes que nada va la explicación del chiste. Hace dos años salió una noticia muy comentada en la que el rey de España, durante una visita a Rusia, cazó un oso al que le habían achispado. Y ahí está la gracia: una tontería como otra cualquiera. El enlace: http://www.elmundo.es/elmundo/2006/10/19/espana/1161267176.html
Ayla, creo que el oso muy tonto no era. Aprovechado seguro…
Lupe, no he acabado de entender el comentario. Me parece que el borracho voy a ser yo… 😀
Es el «cazador» al que haces referencia, el que tiene fama de borracho
La última entrada de lupe cuando publicaba el comentario: COMIENZA EL CURSO
jajajajaja
¡¡Qué bueno!!!
La última entrada de Landahlauts cuando publicaba el comentario: Nada ni nadie
Ha sido un gran gusto visitarlos. Te invito a uno de mis blog en donde conocerás mi hábitat que comparto con mi familia, 5 caballos y 8 perros.
Un abrazo
Yeli
http://desdemihabitat.blogspot.com/
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