La eternidad en dos besos – relato.
¿Cuánto tiempo hará que la espero? Sí, es cierto. La echo tanto de menos que no me importaría esperarla hasta la eternidad con tal de que se presentase antes de que me convirtiera en polvo. Pero,¿no empieza a tardar demasiado? Puede. Y hay algo que verdaderamente me escama: ¿me había sentido así por alguna otra mujer? Era el eterno conquistador y he acabado cambiando la espada de caballero por una pluma de poeta enamorado. ¿He ganado con el cambio? Sin ninguna duda. Y eso que las esperas me sacaban de quicio. ¿Será esto la madurez a la que siempre se refería mi madre? Seguramente. Ahora solo falta cumplir con los plazos y comprarnos el piso, pensar en los niños… ¡Para, para! Demasiado rápido. Que haya dejado de ser un conquistador no significa que de la noche a la mañana me transforme en un animal de manada. Eso se lo dejo a los lobos. ¡Mira! Por fin ha llegado.
-Hola -me saluda sonriendo. La espera ha merecido la pena-.
-Hola -respondo yo comido por los nervios. Trato de devolver la sonrisa aunque sospecho que se queda en una mueca-. ¿Qué tal estás?
-Bien -responde dejando unas bolsas sobre la silla de la terraza. Se acerca a mí y me da dos besos en las mejillas, el segundo muy cerca de los labios-. Perdona por haberte hecho esperar pero es que he tenido que hacer unas compras urgentes y aproveché que aún me quedaba tiempo…
-No te preocupes. No hace mucho que te espero y, aunque fuera así -trago saliva-, te esperaría hasta la eternidad.
Me mira sorprendida y, sin saber que decir, sonríe enseñando con timidez sus dientes, perfectamente blancos en comparación con el incipiente rubor de las mejillas. De pie, y sin amago de sentarse, me mira con ternura. O eso creo yo.
-¿No te sientas? -le pregunto. Niega con la cabeza-. ¿Y eso?
-Cuando antes me has dicho que me seguirías esperando, ¿lo decías en serio?
-Por supuesto -afirmo con convicción-. Hasta la eternidad.
-Bueno, no hace falta que sea tanto -hace una pausa mientras rebusca en su bolso-. Es que no me ha dado tiempo a comprar todo lo que necesitaba. ¿Te importaria esperarme un poco más?
-Claro que no -¡mentira! ¡Estoy harto de esperar!-. Por estar contigo lo que haga falta.
-En menos de veinte minutos estoy aquí.
Y se marcha dejando como único testigo del paso por este bar su perfume y los dos besos que aún calientan mis mejillas a pesar de la desilusión. No cabe duda: he cambiado. Pero si lo hice una vez puedo volver a hacerlo. ¿O no? Lo dejaré para otro momento. La única pregunta que me hago ahora es: ¿quedará mucho para la eternidad?
Comentarios
6 comentarios
La espera merece la pena si es correspondido y nos hace sentir bien lo que vivimos, sí, me temo que sin duda esa es la terrible responsabilidad que muchas veces tememos aceptar.
La última entrada de Capitana cuando publicaba el comentario: Otra vez será
Si merece la pena o no esperar, desafortunadamente, sólo lo podemos saber después de esa espera.
Alguien escribió una vez, que la esencia del amor, es la incertidumbre. Si se hace la luz o no, es lo de menos.
La última entrada de Bela cuando publicaba el comentario: Libros de Autoayuda…Ayudan en algo?
La vedad es que las esperas son muy fastidiosas y si merecen la pena bien,pero a mi personalmente que me hagan esperar me hace restar un punto a esa persona aunque merezca la pena,y eso que encima yo soy poco puntual,por eso será que me molesta esperar.
Isa
¿cuánto faltará para la eternidad?
supongo que falta mucho…u.ú…me gusto mucho tu escrito, es muy realista…para mi.
Me gusto en como describías a ese hombre, un hombre paciente aparentemente y por dentro alguien que estaba cansado de esperar tanto, sin embargo se daba la esperanza de que podría dejarlo para otra vez u/o esperar eternamente por ella. Como exponías como sus reacciones ante cosas que decía y expresaba con gestos mientras meditaba, un excelente escrito din duda. Me encanto.
Ahora sin más que decir y quedando en mis grandes escritores, me retiro.
atte:
N.Agashashi
La última entrada de Noriako Agashashi cuando publicaba el comentario: "Every Day…"
Es como jugar a laa ruleta, Capitana: la propia incertidumbre es en sí misma una recompensa.
Hay cosas por las que merece la pena esperar lo que haga falta.
Deja un comentario