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Llevaba un tiempo queriendo añadirle una descripción al haiku diario y hoy me he decidido a ello, y eso que es domingo: el día de los vagos. Una imagen puede valer más que mil palabras pero a veces una breve explicación logra enriquecerla. Como añadirle sal a una sopa que se siente algo sosa en el paladar.

Está claro que este haiku impacta (en blando, claro). La semana pasada ya hablaba de ello y es que creo que los domingos son el día perfecto para disfrutar del tiempo con calma. La mañana transcurre despacio y los juegos de cama también se merecen esa velocidad. El calor contribuye a ello, por supuesto, y el airecillo que desfila entre dos ventanas puede ser tan refrescante… Tal y como dice este haiku el cielo tiene varios pasos y alcanzarlo entre dos es el mejor viaje que se puede hacer en compañía. Y el placer es siempre el mejor vehículo.