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Mensajes románticos que no lo son tanto – Relato

-¿De qué te ríes?
Javi apartó la vista de la pantalla de su móvil y la fijó en los ojos de Clara, que le miraba curiosa desde el otro extremo de la mesa, tras un ordenador con el que, enfrentado al suyo, trabajaba.
-De un tweet que me han mandado -respondió Javi sin darle importancia. Ante la cara de extrañeza de Clara, añadió-. Un mensaje de Twitter.
-¿Y eso qué es?
Javi no podía creer que su compañera de trabajo no conociera la popular red social. A pesar de que Clara tenía cierta tendencia a utilizar el sarcasmo como arma arrojadiza, su rostro, ahora curioso y con un gesto que desprendía ciertas ansias de conocimiento, daba a entender que era cierto.
-Es una especie de página de internet donde la gente va subiendo todo lo que se le ocurre. Y tú puedes acceder a los mensajes dependiendo de si eres seguidor de la persona que los ha escrito o no.
-Vamos, igual que Facebook.
-De igual nada, son totalmente diferentes. En Twitter sólo tienes ciento cuarenta caracteres, por lo que hay que esforzarse mucho para lograr contar lo que quieres en tan poco espacio.
-¿Y eso de lo que te reías era un chiste? Debe de ser complicado condensarlos hasta ese punto.
-No era realmente un chiste -aclaró Javi. Dudó por un momento de contarle la razón de su buen humor, pero acabó concluyendo que tampoco tenía porqué esconderlo-. Hace unos días que intercambio mensajes privados con una seguidora, y del que me reí resulta bastante comprometido.
-Sexo virtual…
-No, no… un mensaje muy romántico.
Al rostro de Clara se asomó una sonrisa pícara que invitaba a la complicidad, y Javi fue incapaz de resistirse a compartir aquel mensaje con su compañera de trabajo compartiendo, así, su propia afición a la red social que tanto amaba y tantos buenos ratos le había proporcionado, sobre todo últimamente. Se levantó de su asiento llevando en la mano el móvil, rodeó su mesa de trabajo, rodeando también la de Clara, y le aproximó a la chica la pantalla del aparato, mostrándole el controvertido mensaje.
-Mira -dijo Javi envolviendo la palabra con una sonrisa vergonzosa-. No me digas que no es lo más romántico que has leído nunca.
Clara sostuvo el teléfono leyendo atentamente aquel mensaje privado, y lo releyó otro par de veces antes de valorarlo para sí misma, dudando de expresar su opinión en voz alta. Javi esperaba un comentario de felicitación o de sorpresa, incluso alguno que aludiera a lo poco común de aquellos mensajes, y se encontró con un desdén que, desgraciadamente, fue incapaz de asimilar.
-¿Y a esto le llamas tú un mensaje romántico? -dijo ella compartiendo sinceramente sus pensamientos-.
Incluso el mejor boxeador habría sido incapaz de aguantar bien el golpe. Tras el dolor de volver al suelo con un aterrizaje forzoso que acabó en tragedia, Javi se encontró con la burla como única bienvenida.
-Venga -añadió Clara ignorando el daño que causaban sus palabras-. No me digas que nunca te han escrito un mensaje de amor de verdad, en una carta.
-No.
-¿Nunca te ha dejado una nota ninguna admiradora misteriosa contándote lo mucho que piensa en ti a cada momento? -Javi negó en silencio-. ¿Ni siquiera cuando ibas al colegio y llegaba San Valentín?
Ante el enmudecimiento de Javi, Clara decidió no echar más leña al fuego. Le devolvió el móvil tratando de alargar inútilmente el contacto con su mano, le miró a los ojos e intentó decirle con esa mirada lo mucho que sentía el haberse burlado involuntariamente de aquel mensaje privado recibido en su cuenta de Twitter. Ella trató de abrir la boca pero, antes de articular ninguna sílaba, Javi ya había iniciado el retorno a su silla, arrastrando los pies como quien carga con una bola de presidio sin sentirse culpable. Giró la mesa de su compañera, bordeó la suya y depositó el cuerpo en la silla soltando un inaudible suspiro, volviendo a sus tareas sin ni siquiera mirar a Clara. Esta le observaba esperando un resquicio por el que colar sus disculpas, pero no lo encontró. Ni tras los escasos minutos de la burla ni por el resto de la jornada laboral, yéndose cada uno por su lado en cuanto el enorme reloj de la pared de la oficina marcó las cinco de la tarde. Javi salió corriendo decidido a no cruzarse con su compañera, y llegó a casa tan exhausto como desilusionado, arrojando su cuerpo sobre la cama y sin ganas de levantarlo para cenar, acudir al lavabo o, lo que resultaba más increíble en él, sin apetecerle en absoluto comprobar los mensajes de sus redes sociales preferidas, especialmente Twitter. Su móvil descansó sobre la mesa del comedor imperturbable a la eternidad de la noche, mientras Javi permanecía sumido en un insomnio que se encargaba de proyectarle las escasas muestras de afecto que había recibido durante toda su vida, resaltando que la realidad en la que le habían sumergido los mensajes de Twitter era, tal y como le había descubierto Clara, totalmente falsa.
Antes de que sonara el despertador, Javi ya estaba levantado tratando de fustigar al insomnio con la segunda taza de café. Y a las siete y media abandonaba su casa en dirección al trabajo, arrastrando los pies con una mezcla de sueño y abatimiento que se deshizo exactamente veinte minutos más tarde, cuando llegó a su mesa y se encontró con un sobre cuidadosamente colocado en el centro del escritorio, contrastando con el resto de sus objetos que permanecían ordenados en un rincón. Recogió el sobre, miró alrededor en busca del responsable de aquella carta sin encontrarlo, esperó unos segundos para asegurarse de que no era víctima de una broma pesada y lo abrió, no sin antes tomar asiento. Para su fortuna, porque aquellas líneas le dejaron sin respiración ni posibilidad alguna de tenerse en pie.

 

Querido Javi,

 

                      no te pienses que esta carta es una broma ni que utilizo lo de querido como una formalidad, ya que te quiero realmente. Y hace mucho tiempo de esto. Tanto, que siento un nudo en el estómago por estar confesándotelo ahora mismo. Sí, soy yo, Clara, la que ayer se burló de tu mensaje romántico. No pienses que lo hice aposta, en ningún momento traté de herirte, sólo me pareció extraño que nadie antes te hubiera escrito unas palabras de admiración directamente en papel, con lo mucho que realmente te las mereces. No sólo eres guapo y atractivo, también la más bella persona con la que me he cruzado nunca. Por eso aún me sabe peor el haberme burlado de ti, ni siquiera he conseguido dormir esta noche pensando en si me atrevería o no a escribirte esta carta de disculpa. Y de declaración. Pero aquí está, tú te mereces que te confiesen lo bueno que eres conociéndote de verdad, y no a través del Twitter ese.

 

No sé cómo irán las cosas entre nosotros a partir de ahora, pero espero que, al menos, sigamos siendo igual de amigos y compañeros.

 

Con amor,

 

                   Clara.

 

Javi leyó y releyó aquella carta repetidas veces, comprobando que era cierto lo que Clara le había insinuado: las sensaciones que provoca un mensaje escrito de puño y letra por una persona a la que realmente conoces no tienen ni punto de comparación a las que generan las declaraciones anónimas, induciendo una mezcla tal de alegría, sorpresa e ilusión que le resultaba imposible que aquello pudiese ocurrir en realidad. Dejó de leer aquella carta romántica, totalmente verdadera, y descansó la espalda sobre el respaldo de la silla aligerando sonoramente todo el aire que tenía acumulado en la zona baja de los pulmones, mientras identificaba uno a uno todos los sentimientos que le sacudían como si trataran de reanimar su maltrecha autoestima con un desfibrilador. Había alegría, sí, también sorpresa y, por supuesto, ilusión. Y algo más, algo que no supo identificar hasta que Clara, muerta de vergüenza y sin poder mirarle a los ojos, se sentó tímidamente en su asiento, enfrente suyo. No había duda, aquel sentimiento era amor.

 


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Comentarios

3 comentarios

Emilio Wilson

¿Qué te puedo decir? Me quedé sin palabras. Me ha encantado mucho este relato. Muy bueno.

Jorge Roussel Perla

Las frases «dijo Javi envolviendo la palabra con una sonrisa vergonzosa» y «tratando de fustigar al insomnio con la segunda taza de café» me parecen muy buenas, las imágenes que empleas están muy bien (me he leído un par de relatos más) y los textos cortos son siempre una buena idea en un blog. Al final hecho de menos que Javi no dude un poquito más de la veracidad de la carta, pero eso ya es cuestión de gustos.

Iván

Gracias!
Siempre son de agradecer los cumplidos, sobre todo en un relato tan antiguo. lo cual me recuerda que tengo un poco abandonado a Aletreando en esos aspectos… 🙁
Bienvenido!


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