Ciego de amor.

Atravieso la muchedumbre sin tropezar con nadie y, como cada tarde, me adentro en el vagón de metro. Los mismos sonidos que escucho cada día envuelven mis oídos sin que consigan estimularlos. Las puertas se cierran con un ruido sordo mientras los nervios invaden por completo mi cuerpo, esperando el momento.-Pròxima estació…Ya no escucho nada …

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