La belleza no entiende de razas – Relato.
-Hola.
El panorama era demasiado aterrador como para no asustarse pero Michael, curtido como estaba tras más de veinte años siendo jurado del certamen de Miss universo, fue capaz de sobreponerse a aquella visión de pesadilla y, dirigiéndose a los recien llegados, les preguntó.
-¿Qué…? ¿Quiénes son ustedes?
-Venimos a participar en el concurso -respondió la más alta y delgada de las dos criaturas-.
La voz de aquel ser era suave y aguda, claramente femenina, desentonando por completo con su cuerpo, gris plata de aspecto gelatinoso, que le confería un aire de película de ciencia ficción, aunque resultaba demasiado real como para proceder de una ilusión cinematográfica. Medía aproximadamente dos metros de alto y su aspecto era antropomórfico pero exagerado, dando como resultado siete dedos en cada mano en lugar de cinco, cuatro dedos en cada pie, largos como zapatos de payaso, un cuello el doble de largo de lo habitual y un rostro, similar a una gota de agua invertida, que presentaba unos ojos negros como los de un pozo sin fondo y tan grandes como una moneda de dos euros.
-Este certamen sólo es apto para personas -explicó Michael remarcando la última palabra-. Es decir, sólo aceptamos seres humanos.
-¿Está discriminando a mi hija? -preguntó alterada la segunda criatura.
A simple vista esta última era idéntica a la primera a excepción de la altura, medio metro aproximadamente por debajo, y la anchura, que, a ojo, sería el doble. Su tono de piel era de un gris más oscuro y mostraba abundantes pliegues, similares a las arrugas humanas, que le daban un aspecto de acordeón a medio plegar.
-Aquí no discriminamos a nadie, señora.
-Señor -corrigió el ser-.
-Perdone, señor. Ya le digo que aquí no discriminamos a nadie pero, como comprenderá, esto es un certamen de belleza basado en cánones humanos. Y para nosotros su hija -sopesó mentalmente la expresión a utilizar-… No sería bella.
-¿No soy bella? -repitió la primera criatura agudizando el tono de voz. Sus ojos brillaron amenazando lluvia-.
-Tranquila, cariño -le tranquilizó la madre mientras la rodeaba con sus brazos de gelatina-. Este humano no lo ha dicho en serio.
-No quería ofenderles -se disculpó Michael-. Sólo digo que no entra dentro de los patrones humanos de belleza. Además. Seguro que ustedes no son de nuestro planeta.
-Claro que no. Somos de Onklano.
-On… ¿Qué?
-Onklano -repitió la hija extraterrestre pronunciando lo mejor que pudo-. Es un planeta exosolar. HD 209458b lo llaman ustedes.
-Mejor me lo ponen -dijo Michael-. Usted no puede participar en el certamen.
-Pero… ¿Esto no es Miss Universo?
-Sí.
-¿Y por qué no puedo participar? Pertenezco al mismo universo que ustedes.
Michael se quedó mudo ante tal argumento y por más que repasó mentalmente cada una de las bases, e hizo lo propio con las que tenía impresas y guardadas en su maletín portadocumentos, no encontró ningún punto que impidiera participar a un habitante del mismo universo.
-Lo siento pero no puedo dejar que participen.
-Me parece que no nos estamos explicando bien -amenazó el padre extraterrestre-.
-Además. Su hija va desnuda -repuso Michael echando mano de cualquier argumento-. Nuestras modelos deben ir vestidas, aunque sea poco.
-Somos una raza nudista -aclaró la hija-. Nosotros no llevamos ropa. Además. En nuestro planeta el clima es demasiado caluroso como para vestirse.
-Razón de más. Me temo que no puedo dejarles participar.
-¿Sabe una cosa? -dijo el padre extraterrestre suavizando la voz-. Esto podría causar un incidente diplomático interplanetario.
-No sé que quiere decir.
-Hemos venido en son de paz y mi raza no tiene intención de causar problemas. Siempre que no nos provoquen primero, claro.
-¿Es una amenaza?
-Considérelo como quiera.
-Llevo más de veinte años en este puesto y ustedes no serían los primeros que me amenazan por no poder participar. Y me he he librado de todos ellos.
-Seguro que ninguno se ha presentado con esto -el extraterrestre echó mano de algo que guardaba secretamente en su espalda, sin que diera muestras de su existencia, y lo depositó sobre la mesa, delante de Michael-. Es un abducciómetro.
-Veo que ustedes no saben inventar palabras normales.
-Sirve para hacer abducciones -continuó el padre ignorando la ironía-. Y, justamente, necesitamos a un sujeto humano para hacerle pruebas médicas y psicológicas.
-¿Qué me quiere decir con eso?
-Que, casualmente, usted sí que entra dentro de nuestros cánones.
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3 comentarios
Información Bitacoras.com…
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Genial Iván..como siempre… Un argumento sumamente original….Me encanta la facilidad con la que escribes relatos totalmente distintos…a mí me cuesta salir de la misma línea…quizá por eso valoro tanto esa versatilidad…Un besito
Facilidad… Digamos mejor empeño. Y estoy seguro que es lo único que te falta a ti.
Utiliza la escritura como una evasión hacia otros mundos y no como una manera de plasmar el tuyo propio. Suena fácil, lo sé.
🙂
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