Abandono de animales.
La historia de Lucy es un relato que tenía pensado desde hace casi dos años. Siempre ha sido un tema que me ha entristecido mucho. Soy un gran amante de los animales y jamás he sido capaz de entender a la gente que se deshace con tanta ligereza de su mascota abandonándola a su suerte. ¿Cuales pueden ser las razones que llevan a una familia a decidirse por esta opción tan radical? Lo primero sería pensar que en el momento de adquirir un animal, en su mayoría un perro, los futuros dueños no se paran a pensar en las futuras obligaciones que lleva implícitas dicha adquisición. Tan solo son capaces de ver a un cachorro que, al ser pequeño, resulta tiernamente atractivo. Pero siempre crecen. Y acaban comportándose como lo haría cualquier niño de una edad equivalente: jugando continuamente con todo lo que tiene a su alcance haciendo las mil y una travesuras. Y esa debería ser una de las bases que toda persona debería de tener antes de comprar un animal: tomar conciencia de que no será un cachorro eternamente. Todos nos hacemos mayores.
Un animal no es ningún juguete. Y, aunque resulta muchas veces difícil enfrentarse a los deseos de nuestros hijos, muchas veces no tenemos otra opción. No podemos dejar que nos convenzan simplemente por que se encaprichen de una mascota. Y, si lo consiguen, tenemos que hacerles ver las responsabilidades que conlleva. Hay que obligarles a hacerse cargo de ellos con todas sus consecuencias: en la alimentación, aseo, en la doctrina… Y no dejar que las relegen en los progenitores. Lo que empieza como una diversión puede acabar siendo una carga. Y eso es lo que hay que evitar por todos los medios. Los animales nos reportan muchas más satisfacciones que dolores de cabeza. Pero, como con todo, también tenemos que poner algo de nuestra parte. Pocos cariños hay más sinceros que el de un perro hacia su dueño.
Una vez escuché que las mascotas crecen pensando que son hijos de sus criadores. Haciendo un paralelismo se podría pensar que cuando una persona abandona a un animal es como si un padre se deshiciera de su propio hijo. Habrá quién piense que esto no tiene ningún sentido. O que es una simple exageración. Pero, ¿alguien se ha preguntado como se siente la mascota abandonada?
Y unas soluciones. Ahora ya es tarde para replantearse el regalo de un ser vivo por Navidad. Lamentablemente esa época ya ha pasado. Pero pensad que si alguno de vosotros tiene un perro (o alguien conocido), antes de siquiera plantearse la posibilidad de abandonarlo ante unas inminentes vacaciones existen muchas otras posibilidades. Siempre están las guarderías de mascotas que, por una cantidad diaria, cuidan perfectamente de nuestros animales. O dejarlos con algún vecino o familiar. Investigar si existe alguna perrera que puede hacerse cargo del perro que ahora tanto molesta. O, la mejor, planificar las vacaciones teniendo en cuenta la dificultad añadida de llevar con nosotros a nuestra mascota. Hay muchos hoteles que admiten la entrada de animales. Y campings. Incluso apartamentos. Él también es parte de la familia.
Y recordad:
Un animal no es ningún juguete. Y, aunque resulta muchas veces difícil enfrentarse a los deseos de nuestros hijos, muchas veces no tenemos otra opción. No podemos dejar que nos convenzan simplemente por que se encaprichen de una mascota. Y, si lo consiguen, tenemos que hacerles ver las responsabilidades que conlleva. Hay que obligarles a hacerse cargo de ellos con todas sus consecuencias: en la alimentación, aseo, en la doctrina… Y no dejar que las relegen en los progenitores. Lo que empieza como una diversión puede acabar siendo una carga. Y eso es lo que hay que evitar por todos los medios. Los animales nos reportan muchas más satisfacciones que dolores de cabeza. Pero, como con todo, también tenemos que poner algo de nuestra parte. Pocos cariños hay más sinceros que el de un perro hacia su dueño.
Una vez escuché que las mascotas crecen pensando que son hijos de sus criadores. Haciendo un paralelismo se podría pensar que cuando una persona abandona a un animal es como si un padre se deshiciera de su propio hijo. Habrá quién piense que esto no tiene ningún sentido. O que es una simple exageración. Pero, ¿alguien se ha preguntado como se siente la mascota abandonada?
Y unas soluciones. Ahora ya es tarde para replantearse el regalo de un ser vivo por Navidad. Lamentablemente esa época ya ha pasado. Pero pensad que si alguno de vosotros tiene un perro (o alguien conocido), antes de siquiera plantearse la posibilidad de abandonarlo ante unas inminentes vacaciones existen muchas otras posibilidades. Siempre están las guarderías de mascotas que, por una cantidad diaria, cuidan perfectamente de nuestros animales. O dejarlos con algún vecino o familiar. Investigar si existe alguna perrera que puede hacerse cargo del perro que ahora tanto molesta. O, la mejor, planificar las vacaciones teniendo en cuenta la dificultad añadida de llevar con nosotros a nuestra mascota. Hay muchos hoteles que admiten la entrada de animales. Y campings. Incluso apartamentos. Él también es parte de la familia.
Y recordad:
«Él nunca lo haría».
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