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Un rayo de luz…

Una camisa hecha jirones
descubre en tu pecho la herida
que casi te cuesta la vida
y entierra tus emociones.
Pero el infierno ha pasado.
Solo te interesa el futuro
y escalar el alto muro
del matrimonio fracasado.
Deseaste su muerte en secreto.
Juraste ante el cielo que un día
la violencia y tiranía
de aquel déspota sujeto,
al que llamaban tu marido,
recaerían sobre él mismo
originando un cataclismo
es su universo sin sentido.
«Jamás me arrodillaré
bajo tus puños de nuevo.
Nunca más seré el relevo
de tu espíritu bebido
que siempre te ha abandonado
después de la tercera copa.
Búscate quién lave tu ropa.
Quién te cocine el estofado
y ponga en la mesa el plato
sin replicar tu amenaza.
Vacía se queda mi plaza
en nuestro portaretrato».
Protege tu desnudo pecho
y corre a curar el corte.
Aunque el dolor no te importe
porque tu corazón maltrecho
consigue al fin ver la luz,
la sangre delata el peligro.
«Hoy del infierno emigro.
Iré a buscar mi juventud».

Comentarios

2 comentarios

Don't worry, be happy

Qué triste.
Con lo fácil que sería dialogar y separarse de mútuo acuerdo…

Iván

Tienes razón, don’t worry. El problema es que no solo hay cadenas que te atan de manera visible. Las hay que no las vemos. Incluso en matrimonios que parecen normales. Si la normalidad realmente existe.


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