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Infimocuentos: Estrellas en lata (III).

-Toma mi amor –el joven sacó un paquete envuelto en papel de regalo y se lo tendió a su amada. Ésta lo cogió sorprendida-. No he podido resistirme a comprarte esto.
-No tenías por que hacerlo –dijo la chica mientras abría el presente-. Hoy no es nuestro aniversario. Ni es ningún día especial.
-Todos los días que paso contigo son especiales –un beso tierno les unió momentáneamente-. Pasé por delante del puesto de un mercader y me encantó. Estoy seguro de que te pasará lo mismo.
-¿¡Y esto que es!?
La sorpresa de la joven se transformó en incredulidad. Sostenía entre las manos una lata de metal oxidada que contrastaba terriblemente con la calidad y decoración del envoltorio.
-Sé que a simple vista no parece más que una lata. Pero es mucho más que eso. El mercader me aseguró que está llena de estrellas –su amada le lanzó una mirada de descrédito-. Sí, es verdad. Está llena de estrellas. Las liberaremos y cada vez que miremos al cielo nos recordarán lo mucho que nos amamos.
-¿Estás seguro de lo que dices? Yo no apostaría por un objeto tan miserable.
-Verás como sí. Coge de un lado de la tapa –la chica asió un extremo del rectángulo de metal mientras él hacía lo propio con el otro-. Cuando cuente tres la levantamos. Uno, dos, tres…
Abrieron la tapa y al instante se produjo un fogonazo sordo seguido de un largo y decreciente silbido. La pareja tuvo que cerrar los ojos. Al abrirlos clavaron su vista en el cielo. Y allí estaban sus nuevas estrellas luchando por hacerse con un hueco entre sus hermanas. Brillaban mucho más que el resto por lo que era fácil identificarlas y darles bautizo.
-Ésa será Susana, como tú –dijo el joven señalando una de las estrellas-. Y esta otra se llamará Iván, como yo.
-¿Y la tercera? ¿Qué nombre le ponemos?
-Julián. Como nuestro futuro hijo.
-El fruto de nuestro amor…
Se abrazaron huyendo del frío nocturno mientras compartían sus sueños con las nuevas amigas. Y así sería durante cada una de las noches que siguieron hasta que una, tras una fuerte discusión, la mujer abandonó al hombre llevándose consigo al hijo de la pareja y sumiendo a Iván en la más profunda de las depresiones. Éste no visitó de nuevo el mundo que se abría ante los pies de su casa. Tampoco volvió a contemplar las estrellas por miedo a los recuerdos que le traían sus amigas. Una noche, harto de llorar por la melancolía, salió a la calle escudriñando la oscuridad del cielo, que tan bien conocía.
-Hola Iván .saludaron las estrellas-. Hace tiempo que no te veíamos.
-Es que estoy encerrado en mi propio despecho. Susana se marchó llevándose mi corazón. Y ahora solo soy un esclavo de mis recuerdos.
-Te comprendemos. Y sabemos que para alcanzar la libertad solo hay que liberarse de la tapa que nos mantiene atrapados,
-Eso no es tan sencillo. Si no fuera por nuestra ayuda aún seguiríais en aquella lata.
-Como bien dices hay ocasiones en las que nos hace falta ayuda. Y nosotras te ayudaremos a salir de tu lata. Solo tienes que prescindir de sus fotos, sus objetos, las caricias que guardaste en tu memoria… Todo aquello que te recuerde a ella. Entonces serás libre.
Iván obedeció y aquella misma noche se desprendió de todos los objetos que atesoraba de su amada haciendo un tremendo esfuerzo por olvidarla. Pronto el despecho marchó junto con la melancolía. Susana jamás se esfumó del fondo de su corazón pero, al menos, pudo proseguir con su vida.

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Comentarios

2 comentarios

camdem

Me encanta. Sencillamente tienes talento. Quien no ha hablado con las estrellas, y más después de haber roto con todo aquello que daba sentido a tu vida. Yo nunca he podido romper una foto, siempre las he ido escondido hasta que la herida dejó de sangrar. Pero todavía la siento cuando me muevo. Un abrazo, Iván

Iván

Afortunadamente no he estado nunca en ninguna ruptura tan dolorosa. Siempre he creído que es mejor guardar los recuerdos. Pero cuando son ellos los que te poseen a ti…
Lo de hablar con las estrellas todos lo hemos hecho, es cierto. De eso va más o menos el cuento. Siempre es bueno tener amigas de altura.
Gracias por lo del talento!
Un abrazo!


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