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Infimocuentos – Una extraña cartera.

María caminaba por la calle pensando en sus penurias económicas cuando se encontró en el suelo una raída cartera de piel marrón. La recogió pensando que quizá tendría algo de dinero y, al abrirla, descubrió con alegría un billete de cincuenta euros completamente nuevo. No había ningún documento que mostrase el nombre de legítimo dueño por lo que se apropió de la cartera y del valioso contenido. Continuó con su paseo y al cabo de media hora se encontraba en su casa hablando con su marido.
-Mira lo que me he encontrado –exclamó con alegría mostrándole el dinero-. Estaba dentro de esta cartera.
-¿Te la encontraste por la calle? –preguntó el marido-. Habrá que devolvérsela al dueño.
-No había nada dentro. Solo el billete.
-Que extraño –el marido cogió la cartera y la abrió mostrándose sorprendido-. Aquí hay otro billete de cincuenta euros. ¿No decías que no había nada más?
-No puede ser –su mujer le arrebató la billetera comprobando el inesperado contenido. Retiró el dinero cerrándola de nuevo y, al abrirla, otros cincuenta euros aparecieron en el mismo lugar que los dos anteriores. María no daba crédito-. ¿Cómo puede ser? –repitió varias veces la operación obteniendo idéntico resultado-. ¡Vamos a ser ricos!
La alegría les desbordó. Continuaron creando dinero hasta que consiguieron pagar la hipoteca, las tarjetas de crédito y el resto de deudas que les asfixiaban. Pero no se detuvieron ahí. Abrieron y cerraron la cartera hasta que pudieron cambiar su modesto utilitario por varios deportivos de alta gama, sus monótonas cenas en la soledad de su casa por veladas interminables en los mejores restaurantes de la ciudad, abandonaron a sus amigos de toda la vida por supuestos miembros de la “jet-set” y “farándula”… Pero pronto dejaron de cultivar cualquier amistad y actividad fuera del hogar. Sus antiguos amigos se extrañaron de los cambios que siguió sufriendo la pareja. Cada día que pasaba se mostraban más huraños y reservados. Pero lo más inconcebible era verles a través de los cristales abriendo y cerrando constantemente una extraña cartera.

Comentarios

6 comentarios

Ispilatze

¿Lo mejor? Que ni serían conscientes de la pérdida entre tanta ganancia.
¿Lo peor? Que cualquier día, cuando lo noten (y lo echen de menos, si les da el entendimiento para echar de menos algo) tenderán a querer comprarlo. Es lo que tiene el dinero: SE CREE que todo lo compra.

Lucía

Pues a mí me da igual ahora mismo perder amigos y contacto con los demás. QUIERO ESA CARTERA!!!

Lo siento, es la hipoteca que me hace perder la cabeza. Supongo que es verdad que el dinero no lo compra todo, pero y si le diéramos un buen uso a la cartera??

ISOBEL

pero seguían estando juntos…? no conozco ningún caso en los que entrase la lotería y la pareja no se rompiese, quien tendría la guardia y custodia de la cartera, un beso

Iván

Quién tiene dinero tiene el poder, Ispilatze. De comprarlo todo y de tenerlo todo. Nos corresponde a los demás demostrarles los límites. A mí no me comprarían.
Lucía, yo me la he inventado y yo voy primer… 😀 Cuando pague mi hipoteca te la presto. Es mejor vivir tranquilo que sin problemas.
Seguramente a la larga se separarían, Isobel. La avaricia tiende a romper amistades. Y parejas.
Un beso!

rolocine

-Oye viejo! ¿Te has enterado que la Unión cambiará el diseño de los billetes para fin de mes?.
El viejo apartó la mirada de las amapolas, miró a Rosa a los ojos y le contestó: -¡Por lo que me importa! Por mi que le pongan la cara de Mickey o alguna ilustración de Bruni y Sarko, da igual. Dos casas más allá, María y su marido lloraban como cabras azotadas, habían leído la misma noticia. Los últimos días del mes los encontró despiertos, ojerosos, temerosos y mal olientes. La raída cartera se abría y cerraba sin cesar, mientras las lasceraciones en su dedos ya dejaban huellas de sangre sobre la piel marrón.
Perdón, no pude evitar estos desvaríos! Un abrazo. rolo

Iván

Genial! Me ha encantado, rolocine. Podría ser una perfecta continuación para el relato. Y la imagen de las manos ya desgastadas de tanto abrir y cerrar… Sin duda magnífica.
Me encantaría desenterrar los encadenamemes.


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