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Confesiones avergonzantes

Hoy voy a publicar una entrada que quizá se salga de lo habitual en este blog pero el caso es que me lleva rondando la idea varios días en la cabeza y tengo que sacármela de alguna manera. El tema es algo escatológico y, quizá, humillante para el que escribe pero creo que es una buena manera de alcanzar el fin que persigo. ¿Y cuál es? Retratarme tal como soy sin avergonzarme de mis defectos. ¿Cuantas veces nos hemos burlado de alguien al hacer algo cuando nosotros también lo hacemos a escondidas sin que nadie nos critique? ¿Por qué censuramos pensamientos que también tenemos? ¿Qué es lo normal y qué lo diferente?
Hace unos días vi a un chico hurgándose el oído con el dedo meñique y, tras descorcharse el tapón, metérselo en la boca regocijándose con el sabor de la cera. Él pensaba que no le veía nadie y, al darse cuenta de que le observaba, dejó de chuparse el dedo y adoptó una posición disimulada. Me dio que pensar ya que, ¿quién no se ha chupado el dedo tras rascarse el oído? Seguramente por un descuido (sabe bastante mal). Pero lo que me pareció realmente extraño de este chico es que daba la impresión de gustarle el sabor. Y es aquí donde se entronca el tema de esta entrada: ¿cuáles son nuestras pequeñas confesiones? ¿Qué cosas hacemos que puedan resultar extrañas y avergonzantes teniendo en cuenta que quizá disfrutemos con ellas? Aquí va una pequeña recopilación de mis confesiones.

  • Sí, lo reconozco. A veces me hurgo la nariz para quitarme los mocos y en alguna ocasión (sí, alguna) me los he metido en la boca. Como dice la cita bíblica: «Quién esté libre de pecado…»
  • Me da mucha pereza tirar la basura y suele estar días hasta que me decido a echar el cubo al container. A mi favor diré que apenas tiramos comida (los perros son casi como los cerdos). En contra que mi hijo sigue usando pañales.
  • Me cambio diariamente de ropa pero no ocurre lo mismo con los pantalones. Reconozco que, si no se manchan, puedo llevar unos vaqueros cuatro o cinco días. Los odio cuando están recién lavados (demasiado rígidos).
  • Soy demasiado vago a la hora de hacer mis tareas así que suelo elegirlas en función del tiempo y el aspecto final. Escojo las más cortas y aquellas que proporcionan un falso efecto de trabajo (las apariencias suelen engañar).
  • Odio los zapatos y no suelo tener más que un par de zapatillas que uso habitualmente. Mientras duran no las cambio así que puedo estar tranquilamente uno o dos años llevando las mismas. Lavándolas, claro (de vez en cuando).
  • Soy bastante reacio a hacer amigos por lo que no me consideres de esa manera hasta al cabo de unos meses. Eso sí: después pídeme lo que quieras (si no lo tengo se consigue).
  • Suelo criticar para mis adentros (y para los que me rodean) a la gente con la que me encuentro. Reconozco, aunque me pese, que a veces me burlo. Por otro lado asumo y comparto que el resto de personas también decidan burlarse de mí.
  • Tengo la manía (o paranoia) de estar hablando continuamente conmigo mismo. Lo hago en pensamientos simulando que soy dos personas. ¡Incluso me contesto! Aunque creo que es una buena manera de posicionarse ante los problemas (mientras no acabe hablando en voz alta).
  • También odio lavar los platos y ha habido veces que se han acumulado durante un par de días en una pequeña montaña. Nunca hasta niveles de un apartamento de estudiantes aunque sí con más abundancia de la que sería adecuada. ¿Sale a cuenta tener lavavajillas? Tengo que pensar en comprar uno…
  • Ésta no quería ponerla pero al final me decido: me gusta mirar mientras las madres amamantan. Siempre he dicho que me parece una situación tierna y cariñosa (y lo pienso) aunque no puedo negar que lo veo ligeramente sensual. Que conste que no soy ningún depravado (ni tengo gustos sexuales extraños).
  • Y para acabar diré que, aunque no me gusta aparentar, sí luzco las cosas que me compro. Odio a la gente que lo hace y, sin embargo, a veces caigo yo también. Aunque, ¿quién no se ha sentido pijo por un día? Enseñar algo caro no puede hacerse continuamente.

Acabo de quedar a la altura del betún pero de vez en cuando va bien liberarse en forma de confesiones.
Esta entrada podría estar bien si se transformara en forma de «meme» pero como no me atrevo a humillar a nadie más que mí mismo prefiero dejarla tal como está. Si alguien tiene alguna confesión o quiere reírse abiertamente de mí aquí abajo están los comentarios.


Comentarios

12 comentarios

Raúl

Le has echado un par de narices al contar ciertas cosas (como lo de las madres amamantando xD), pero hay otras que no me parecen en absoluto avergonzantes, como por ejemplo que seas reacio a hacer amigos, o que usas pantalones varios dias seguidos, porque eso es normal.

Aún así muy valiente por tu parte 😉 Un saludo.

Ilion

Hay cosas de las que has dicho que a mí no me parecen avergonzantes para nada. Ej: lo de las madres dando el pecho, lo de los amigos (es que de buenas a primeras, una persona no es un amigo, y el que así lo considera es que no tiene amigos de verdad porque son todos lo mismo, o eso pienso yo) o lo de las tareas cortas y que proporcionan una ¿falsa? sensación de trabajo.

Eso sí, si a ti te avergüenzan (a cada uno nos avergüenzan cosas diferentes), es valiente que lo hayas contado. (La utilidad que tenga la reflexionamos otro día)

Eso sí… lo de comerse los mocos!!! Puaj!!! Ahora, si a ti te gustan… Jajajajja no seré yo quien te elija el menú. 😉

Muy valiente. Besos

neruda

Yo me he sentido identificada con algunas de las cosas que has confesado, como por ejemplo con lo de hablar con uno mismo e incluso contestarte a tí mismo como si fueras otra persona.
Pero para no dejarte solo ante el peligro voy a confesar yo también algo que me avergüence…vamos a ver… no suelo casi nunca cortarme las uñas de los pies con tijeras o cortauñas, directamente me las arranco con las manos… alaaa!! ya lo he dicho..jajaja

Iván

No sé si es valiente o no, Raúl. El caso es que me pareció curioso hacer una entrada con este tema. Cada cual se avergüenza en función de las burlas a las que le someten. Y siempre hay alguien que te dice: «¿otra vez los mismos pantalones?». Cuando, si somos honestos, todos incurrimos en manías de las que no nos critican y, sin embargo, practicamos.

Ya sabía yo que lo de los mocos iba a traer cola, Ilión. Ni los como, ni hago menús ni meriendas… XD Y todos lo hemos hecho, digamos lo que digamos. Hemos sido niños. Y la entrada no tiene ninguna utilidad, como el 99,9 % del resto. Pero ha creado cierta controversia y creo que eso es interesante.

Gracias Neruda por acompañarme por la senda del mal… 😀
Lo de las uñas me parece curioso. Yo suelo dejar que crezcan bastante (nunca me acuerdo de cortarlas) pero siempre lo hago con cortauñas. Quizá estén demasiado duras como para hacerlo con las manos…

unjubilado

Valiente si que has sido. Yo no me atrevería, aunque estoy de acuerdo con alguna de ellas.
Solamente te diré que prefiero lavar los platos (lo hago en el 90% de los casos), que preparar ningún tipo de comida ya que entonces nos moriríamos de hambre.
Saludos

Lucía

Vaya entrada valiente Iván!!

Yo confieso que lo de los pantalones varios días también es una práctica habitual (sólo faltaba que los laváramos cada día, que hay que ahorrar agua!!).

uberum

curiosa entrada desde luego.. pero, al igual que el resto creo que no escandaliza para nada, con los tiempos que corren esas cosas que cuentas no son mas que minucias y solo reflejan «pecadillos» veniales que TODOS tenemos

Ahora, eso si, la parte de lo de las madres amamantando puede que en este contexto no escandalice tanto, pero en otros paises bastante cercanos te crucificarian por esas palabras.

Iván

También tienes razón, Jubi. Aunque yo prefiero hacer la comida. Los platos se me atrancan (lavarlos, claro).

Lucía, conozco gente que se escandaliza por lo de los pantalones. Yo confieso que más de una vez he llevado unos vaqueros más de una semana. Son tan cómodos…

Afortunadamente vivimos en una sociedad bastante evolucionada, Uberum. No solo por lo de las madres sino por la cultura tan abierta que poseemos. En reglas generales, por supuesto (hay veces que llego a pensar todo lo contrario).

lupe

Esta bien eso de confesarse, no todo el mundo tiene las agallas para hacerlo, y si para criticar lo mismo en otros. Lo de los mocos, pues si lo confieso, yo tambien lo he hecho, pero como dices, no es que sea un menú, es que hemos sido niños, y por lo demás, llevar la ropa varios días, lo hacemos todos, yo no lavo la ropa que me he puesto un sólo día(sino es verano, claro)y lo que más me molesta es planchar.
Un beso

Iván

Estoy contigo, Lupe. Odio planchar. Y me toca hacerlo a mí (quizá sea el que tenga más idea). Si por mí fuera quemaría la plancha.

Semana XIX de Tus Feeds en Mi Blog

[…] Aletreando: a Iván se le fue la pinza y nos cuenta sus miserias. […]

Alberto

No es nada avergonzante. yo tengo 19 años y todavia me he metido los mocos a la boca. no se si es normal, xdxd


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