La perra – Psicólogo de animales.
-¡El siguiente! -la puerta del consultorio psicológico se abrió dejando paso a una hembra de pastor alemán que caminó gallardamente hasta situarse próxima a la mesa del psicólogo-. Tome asiento, por favor -la perra obedeció, sentándose sobre el diván-. ¿Cuál es su problema?
-Pues… No sé si tendré un problema.
-Vaya -comentó el psicólogo olvidándose de que hablaba en voz alta-. Otro paciente con inseguridad. Y van dos.
-A ver -continuó la perra ignorando el comentario-. Resulta que hace unos días que me siento algo extraña. Y mis amigas han comenzado a insultarme.
-¿Insultarla? Creo que debería cambiar de amigas.
-Tampoco creo que haga falta. Además. Puede que, en parte, tengan algo de razón.
-¿Y qué es lo que le dicen sus amigas?
-Me dicen que soy una zorra. ¿Puedes creértelo? Me llaman zorra a mí, que soy muy perra.
-Seguramente sea una forma de hablar -el psicólogo hizo unas anotaciones en su libreta y continuó preguntando-. ¿A raíz de qué comenzaron a llamarla zorra?
-Empecé a sentirme rara. Notaba unas cosquillas por el cuerpo que hacían que me acercase a todo cuanto se movía.
-¡Por favor! ¡Deje mi pierna en paz! Esto es un consultorio psicológico no un picadero.
-¿Ves lo que te decía? No lo puedo remediar. Y claro, me acercaba demasiado a los novios de mis amigas hasta dejarlos con la lengua fuera.
-¿Y no entiende qué es lo que le pasa?
-Pues no. Nunca había tenido esa sensación y si sigo con ella voy a volverme loca.
-No se preocupe, está en el lugar indicado para prevenir esa locura -dijo el psicólogo depositando la libreta en su mesa al tiempo que miraba a la perra por encima de los cristales de sus gafas-. Lo que le ocurre es que está en celo. Nada más.
-¿Celo? -repitió extrañada la hembra de pastor alemán-. Siempre he preferido el pegamento.
-Me refiero a que está usted en sus días fértiles -la perra le miraba sin cambiar la cara de extrañeza-. A que está usted ovulando -su interlocutora abrió tanto los ojos que casi se le salieron de los párpados-. A ver. Que puede usted quedarse preñada.
-¿Preñada? ¿Y eso que es?
-Que puede usted tener perritos.
-¿Perritos? Mis padres me contaron que los perritos venían de la perrera…
-Me temo que es demasiado joven para entender los mecanismos de reproducción -el psicólogo se levantó de la silla indicando que la sesión se había terminado-. Pero tendrá que hacer un esfuerzo y buscar información para comprenderlos.
-¿Y entonces? -la perra también se levantó adoptando un gesto de preocupación-. ¿Qué hago con mi problema?
-Sólo tiene que seguir su instinto. Haga lo que le diga su cuerpo.
-¿Lo que diga mi cuerpo?
-¿¡Qué hace!? -exclamó el psicólogo-. ¡Quiere dejar de olerme la entrepierna!
-¿En qué quedamos? ¿No habías dicho que siguiera mis instintos?
Comentarios
5 comentarios
una perra que se siente zorra y no sabe las consecuencias que trae con ello!!!! 😀 es un peligro y tu con un olfato tremendo al descubrirla 🙂
Me he reído muchísimo con el final 😀
Muchos besos y ronroneos
jajajjajaja
Pero qué zorra está hecha esta perra, que lo mismo los novios de sus amigas que la pierna del médico…
Besos
Si es que ya se sabe, llega el buen tiempo y ¡alaaa! a despendolarse… jajaja. Y te digo algo, que de zorra nada de nada…. pobrecita… más de uno quisiera dejarse llevar solo por sus instintos..jajaja. Un beso.
Es que … es imposible ir contra natura.
Tan bella que es la Vida! Que no importa si se es perra o se es zorra, se és o no se és.. y se disfruta
😉
La última entrada de Arami cuando publicaba el comentario: Dar y amar…
Pues yo prefiero ser perra a ser zorra. La vida te da alegrias seas lo que seas, pero puestos a elegir.
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