Los sorteos – Mundo Moderno.
Algo pasa últimamente que la cantidad y variedad de sorteos que podemos encontrarnos ha aumentado de forma significativa. Desde los más conocidos a los más extraños, pasando por otros que nos ofrecen objetos más mundanos (¿para qué quiero yo un recetario de aceitunas?) está claro que el ciudadano corriente necesita crearse expectativas para seguir manteniendo la ilusión en la vida. ¿No llegas a fin de mes? Tranquilo. Con una simple participación conseguirás lo que sueñas. ¿Simple? Quizá no tanto.
Para empezar cito un refrán bien conocido: «nadie da duros a cuatro pesetas» (ni siquiera un prestamista italiano). Y es que en todo sorteo hay algo que queda muy claro: el que lo propone se lleva más que el que lo gana (parece mentira, lo sé). Así que, siguiendo esta norma, podemos asegurar que, en cierta manera, regalamos nuestro dinero a unos desconocidos (¿no sabías esto?). Yo he llegado a escuchar afirmaciones de todo tipo. Desde: «yo no me quiero morir sin que me toque la primitiva» (más vale que te vayas comprando la pala), «por lo poco que me cuesta al día tengo una ilusión» (los sorteos son como el tabaco: haz la suma y lo verás claro), «no pierdo nada por rellenar estos cupones» (para algunos el tiempo también es dinero)… Y cierto es que pueden tener cierta lógica dependiendo del tipo de sorteo. Y para mí, haciendo una valoración, los tres grandes grupos serían:
-Los juegos de azar. Primitiva, euromillones, loterías… Diferentes mecánicas para un único objetivo: arrancarte el máximo de dinero posible. Lo sé. Como dije antes puede ilusionar el hecho de ganar un buen pellizco (aunque para eso mejor una minifalda en la hora punta del metro). Pero, ¿no es mejor invertirlo de otra manera? (las drogas no son una buena inversión: puedes acabar picado). Cada vez que yo escucho un anuncio de lotería siempre pienso lo mismo: ¿realmente hay gente que se gasta el dinero en esto? Y tanto que la hay. Sólo hay que pasarse cualquier día por una administración de loterías o un quiosco de la Once (si aparte de comprobar también quieres jugarte algo adelante). Se gastan verdaderas fortunas en simple papel mojado y con fecha de caducidad. Y luego se quejan de la crisis, pero eso parece que no afecta a sus esperanzas vacías (de realidad y de fondos). Seguro que el calvo acabó viéndole las orejas al lobo (y envidiándole el pelo). Si en verdad estimas tu dinero no lo malgastes en azar: dámelo a mí. Sacarás el mismo partido con una ventaja: sabrás de sobra que lo habrás gastado en algo inútil. Conociéndome tanto como me conozco puedes estar seguro de que será así.
-Los sorteos de productos y marcas. Desde siempre los he tenido en la memoria. ¿Quien no se acuerda del mítico sueldo de oro de Nescafe? Eso eran premios y no lo que hay ahora. Basta con hacer una visita a cualquier supermercado para darnos cuenta de ello. Recetarios, mp3’s, videoconsolas… A la hora de la verdad no sé yo si este tipo de premios estimulará la compra del producto. Por no hablar de lo adecuado de según que sorteos. Está claro que una marca de chocolate puede poner en juego un viaje al país que cultiva el ingrediente. La relación queda clara. Pero, ¿qué tipo de sorteo podría organizar una marca de preservativos? (a Amsterdam la dejamos para los papelillos de liar). Puede que haya marcas más propensas que otras a la hora de este tipo de prácticas pero lo que queda claro es que deben conseguir sus objetivos. ¿Cuántos de nosotros no acumulamos cupones con el objeto de ganar un premio? (¿y cuanto tiempo acaban dando vueltas por los cajones de la cocina?). Por que aquí hay una cosa que queda clara: a mayor cuantía mayor cantidad de pruebas de compra. ¿Quieres ganar un piso en Torrevieja? Prepárate a beber más leche que una actriz porno trabajando a destajo (¡Uh! creo que ha sido un chiste algo basto). Ya lo dice la botella: «lo que la hipoteca te quita Pascual te lo devuelve». Junto con unos cuantos kilos de más.
-Los sorteos a pequeña escala. O lo que es lo mismo: la tómbola de toda la vida. Quien no recuerda el clamor de la muñeca chochona mientras se pasea por las típicas verbenas de pueblo. Tan cutre y tan auténtico a la vez… Y es que queda claro que el ser humano es muy sugestionable ante los estímulos. Imagina las fechas navideñas (pronto no habrá que imaginar mucho), el bar al que entras a tomar el café, y allí está la clásica cesta de productos con su correspondiente cupón de participación. Y no te puedes resistir a comprar uno. «Total, no cuesta nada. ¿Y si toca?». Y aquí está la frase que nos lleva a la perdición del azar: «¿Y si toca?». La cuantía de las papeletas suele ser baja por lo que llaman bastante la atención (como un nudista caminando por el Vaticano). Este tipo de sorteos son típicos de supermercados, gasolineras, pequeñas tiendas, bares… Todo tipo de superficies que no se pueden permitir el regalar una flota de coches o televisores de plasma (¿se acabarán entregando todos los premios de este tipo de sorteos?). Y entre lo que más me ha llamado la atención estaría el aspirador, la noche de hotel (especial parejas sin coche), el clásico jamón, el DVD… Productos que destacan por su cutrez y que no dejan sin fondos a la tienda que organiza el sorteo. Y tampoco otorgan mucha alegría a la persona que lo gana (y que, normalmente, acaba tirando a la basura).
Haciendo un pormenorizado análisis (de apenas cinco minutos) podemos decir que los sorteos son siempre una pérdida de tiempo y dinero. Normalmente vale más la pena invertir en comprarte lo que quieres a gastarte el sueldo en papeletas inútiles. ¿Qué no? mira.
-Con una primitiva semanal durante un año puedes renovar el pc en el que estás leyendo esta chorrada.
-Invirtiendo en bolsa tienes la misma incertidumbre y más posibilidades de ganar algo de dinero (o acabar como Mario Conde).
-Las traga perras son sólo eso: traga perras. El dinero jamás volverá a tu bolsillo (a no ser que acabes tumbando la máquina).
-El Estado reinvierte el dinero de las Loterías. No dejes que te robe dos veces (que para eso ya está Hacienda).
-Los rascas son divertidos hasta que llevas cincuenta. Si te apetece darle a la uña cómprate una guitarra flamenca (o tira los destornilladores).
-La ilusión no es más que la avaricia disfrazada. No dejes que se apodere de tu alma (o te traerá más problemas que Pocholo a un portero de discoteca).
¿Después de leerte esto aún te quedan ganas de seguir jugando? Prueba a guardar el dinero que destines a ese fin en un bote, tal como hacías aquella vez que querías dejar de fumar. Cuando vuelvas a abrirlo al cabo del tiempo tendrás la misma sensación que la de haber ganado un pequeño premio de Lotería. Y encima es seguro, como en la más cutre de las tómbolas. ¿Se puede pedir más? Quizá la vida eterna. Pero ni eso acabará garantizando tu felicidad.
Comentarios
5 comentarios
Leo todas tus conclusiones y estoy totalmente de acuerdo, pero la ley de la probabilidad dice que hay una entre muchos miles de que me toque un premio gordo y me pueda pasar rascándome la barriga el resto de mi vida y eso es muy tentador,jeje.
Una vez más coincido contigo.
Hace años en la oficina en la que trabajaba había la costumbre de comprar TODOS LOS DÍAS un cupón de la ONCE, cada uno de los empleados. Además, el mismo número (no vaya a ser que toque a unos sí y a otro no). Un año decidí anotar durante todo el año, los importes que yo pagaba y las veces que me tocaba (devolución, pedrea).
A final del año hice cuentas y aproximadamente la mitad lo había perdido. En realidad lo había perdido todo, pues las devoluciones y pedreas las «reinvertía» en más cupones, pues eso era la costumbre en la oficina.
Al año siguiente dejé de tirar el dinero en esa estupidez. Ahora no juego a loterías. A ninguna. En navidad, me ofrecen participaciones por todos lados. Amablemente les explico la tomadura de pelo que son, y que si no les importa, no voy a participar.
Me miran raro, eso sí.
😉
Un saludo. Antonio.
La última entrada de salsa malaga cuando publicaba el comentario: ohhh… i need you…
Totalmente de acuerdo, yo no juego a nada, pero eso si, en Navidad, no se que me pasa,me vuelvo un poco loca con la loteria.
un saludo
El problema es que la probabilidad no es del todo cierta, Lucía. Es cierto que te puede tocar el premio pero la probabilidad también aumenta conforme más dinero te gastes repetidamente para conseguirlo.Ayer leía la contra de la Vanguardia donde un matemático corroboraba la teoría.
Ir contracorriente siempre causa revuelo, Salsa. Pero donde se ponga la economía familiar que se quite todo. Antes solía echar la primitiva pero hace bastante que no me preocupo de ello. 10 euros más que me ahorro semanalmente. Y al precio que va la vida cualquier desahogo siempre es importante. ¿No?
En Navidad también yo suelo caer, Lupe. Un número nada más. Y de participaciones nada. ¿Pagar por una porción de lotería? No seré yo quien lo haga.
Pues la verdad es que tienes razón en todo,pero yo igualmente sigo jugando cada semana a la Once,creo que si no te arriesgas no consigues nada,es más el año pasado me toco la cesta de navidad del colegio de los niños con jamón y todo y te puedo asegurar que me ahorré bastante dinero y además repartí a la familia,parece que es una tonteria pero si te toca hace mucha ilusión a parte de darte un caprichito,que es la vida sin ilusiones?prefiero jugar una vez a la semana que gastarmelo en tabaco y perjudicarme,cada uno tiene sus preferencias,a lo mejor tui te lo gastas en jamón serrano y te da mucha satisfacción y para otros es una chorrada si total luego se caga,perdón POR la expresión,solo me refiero que cada uno tiene sus valores y cada cual mientras se controle la cosa no esta mal tener ilusiones,ufff perdón Iván creo que ha sido el comentario más largo que he hecho nunca y que conste que no estoy enganchada a las loterias,eh?jejeNo si al final parezco una ludopATA,JJEJE
LO DICHO DA MUCHO QUE HABLAR!!!!
ISA
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