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Falta de principios – Relato.

-¿Ya has pensado que vas a hacer con la historia?
«Ya empezamos», pensé notando como el auricular aumentaba notablemente de peso. «Cada vez que le llamo me dice lo mismo. ¿Es que no puede entender que el argumento es asunto mío y no me gusta nada que se entrometa?».
-Ya te lo dije -respondí acaparando toda la paciencia que tenía disponible. Al fin y al cabo era él quien pagaba-. No puedo recuperar al personaje de la muerte. Marta está bien muerta y enterrada.
-Cardoso -«ese tono de voz», pensé al escuchar a mi editor a través del teléfono. De repente sonaba amenazante-. A veces nos olvidamos que son los lectores los que mandan sobre nuestras obras.
-Ya sabes lo que pienso.
-Cardoso…
-Muerta y finiquitada.
-Por tu bien será mejor que me escuches.
-Pero -sabía que era inútil aunque tampoco podía tirar la toalla antes de haber preparado ni siquiera el baño. «¡Es mi historia!». ¿O no lo era?-…
-Voy a decirte una cosa. Llevo muchos años editando libros de autores famosos que nunca hubieran sido nada de no haber seguido mis consejos -«si quieres ser un escritor», adiviné mentalmente-. Si quieres ser un escritor escucha lo que tienen que decir tus lectores en lugar de las doctrinas que te dicta tu ego.
-Que yo sepa el dueño de la historia es quien la escribe y no el que se aventura a leerlas.
-Estás equivocado. Tú no eres nadie sin tus personajes. Sin Marta, sin Sergio… Seguirías escribiendo en tu estúpido blog para la única persona capaz de leerte hagas lo que hagas.: tú mismo.
-Tenía cientos de visitas -traté de excusarme-.
-Que se perdían en tu página buscando sexo con el que satisfacer su deseo -no pude contradecirle. Más de una historia estaba etiquetada como «sexo» sólo para atraer las visitas de los buscadores-. Hazme caso. Si Doyle pudo resucitar a Sherlock Holmes tú podrás hacer lo mismo con Marta.
-Soy bueno pero ponerme a la altura de Sir Arthur…
-Para que te des cuenta de lo mucho que te aprecio -una tos seca interrumpió momentáneamente nuestra conversación. Entonces supe que la verdadera amenaza venía ahora-. Tienes una semana para entregarme el borrador del primer capítulo. Y quiero leer como Marta vuelve milagrosamente a la vida.
-No puedo hacer eso. No encaja con el argumento.
-Te doy seis días.
-De verdad que no puedo hacerlo. ¿Alguien se creería semejante patraña?
-Cuatro días. Y la cuenta atrás comienza exactamente ahora.
La comunicación se cortó no sin antes escuchar el golpe del teléfono al otro lado de la línea. Yo seguí sosteniendo mi auricular como si mi editor aún estuviera esperando mi respuesta, que ya sabía de antemano. ¿Cómo iba a negarme? El dinero que mantenía mi existencia provenía de la editorial para la que trabajaba. O la que me mantenía esclavizado, según se mirase. «Tengo que cambiar de editor», me dije colgando el teléfono. «No quiero que me digan como tengo que escribir mis historias». Aunque sabía que, en el fondo, me daba igual siempre y cuando el cheque llegase con cada edición publicada. «Que le voy a hacer. No tengo principios». Y empezaba a ser demasiado mayor como para empezar a elaborarlos.


Comentarios

7 comentarios

Capitana

Hay momentos en los que más vale olvidarse de los principios, sobretodo cuando falta la comida en la mesa o un techo sobre nuestra cabeza, hay que comerse el orgullo y hacer caso de quién te paga el sueldo.

La última entrada de Capitana cuando publicaba el comentario: Espíritu

Bela

Los principios estan sobrevalorados y tragicamente trasnochados. La epoca de la ética y de los codigos de honor ya pasó. Has conocido a algún hombre honrado rico? Pues eso :p Deja los principios para tus historias…pero al menos dales un buen final.

La última entrada de Bela cuando publicaba el comentario: Elegir las palabras adecuadas

carla mariela

Ese escritor tiene, como diríamos en Venezuela, un «bozal de arepas»… y si te aclaro que las arepas son un pan de maíz muy típico de mi país, entonces entenderás exactamente a lo que me refiero… Yo soy de los que rige su vida por principios éticos y morales, definitivamente preferiría cambiarme de editor antes que hacer algo que me lleve a pensar «que asco me doy a veces»… pero bueno, esa soy solo yo… parece que ademàs de bloggera y fashionista soy una especie en peligro de extinción…

La última entrada de carla mariela cuando publicaba el comentario: Cruzando la Angostura del Orinoco

Ilion

Mmm… juas

Mira tú, la mayoría de las personas lo harían sin ser siquiera conscientes de estar vulnerando ningún principio.

Eeeeen fins.

Un beso

La última entrada de Ilion cuando publicaba el comentario: Curioso

Lucía

Recuerdas Misery???

A veces hay que plegarse a los designios de los lectores,jeje.

La última entrada de Lucía cuando publicaba el comentario: PROMO DE LA SEGUNDA TEMPORADA DE DAMAGES

Iván

El problema es que hay veces que confundimos el comer con vivir con comodidad, Capitana. No creo que sea aceptable prostituirse a cualquier precio. Aunque cada cual guarda su opinión… 🙂

Veo que no te ha gustado mucho el final, Bela. Aún quedan unos cuantos capítulos de esta historia así que procuraré currármelo un poco más. Prometido.
No creo que estés en extinción, Carla Mariela. Hay muchos que no pasan por el aro y acaban liquidando sus historias. Aunque no deja de ser cierto que el papel del lector no debería de ser el de mero espectador. La interactividad triunfa mucho últimamente…
Ya lo decía Groucho, Ilión: si no le gustan mis principios tengo otros. El sueco no es solo un habitante de Suecia.
No he leído Misery, Lucía. Tengo unos cuantos de Stephen King pero ese precisamente no. Sé que el tema de los escritores es recurrente para él. Y sí: me temo que muchos acaban cediendo a la presión de sus lectores. Al fin y al cabo les dan de comer. Y volvemos al tema monetario…
Intercambio de impresiones - Relato.

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