-Jaque.
«Mierda», pensé observando aquella jugada maestra. «Acaba de merendarse mi alfil amenazando a mi rey. Si lo muevo aquí me lo come el caballo y si me como su torre… ¡Se merienda mi reina! ¿Qué hago? ¡Ya sé!».
-Ayer vi a tu mujer entrando en el hotel de la esquina. Iba muy arreglada.
«Distracción, una jugada sucia, aunque efectiva. Fue él quien me la enseñó y ahora caerá en su propia trampa. Adiós a su torre».
-Pues a mí me dijo que había quedado con la tuya -comentó impasible cepillándose a mi reina. «¡Mi reina!»-.
«¿Será verdad? Ahora que caigo creí que me comentó que habían quedado juntas. Pero, ¿para qué iban a ir a un hotel y, además, separadas? Seguro que es un farol y está jugando también al despiste. Le seguiré la corriente».
-Te has comido mi reina pero ahora acabo con tu caballo -dije moviendo la pieza-. Sé que sólo es un consuelo pero al menos no tengo que preocuparme por mi pareja. Confío en ella.
«Puedo verlo en su cara, es incapaz de pensar en la partida de ajedrez. ¡Ya es mío!».
-¿No te había comentado que tenía una reserva en ese hotel precisamente para ayer? Vaya, se me olvidó.
«!¿Qué?!».
-Jaque mate.