Desvaríos en quince minutos.
Esta es una nueva sección que ya hace tiempo que me ronda por la cabeza. Se trata de improvisar durante un espacio de tiempo publicando exactamente todo lo que se ha escrito. ¿Reglas? Esa es la única. Sólo me reservo el derecho a corregir algún error gramatical o de concepto. ¿Queréis leer lo que ha dado de sí la primera experiencia? Aquí va, todo en quince minutos.
Hora de inicio: 15:37 PM
Está bien: hora de buscar un tema. Creo que empezaré por el de la inspiración. Siempre se me ocurren ideas, sobre todo cuando no se me tienen que ocurrir pero, ¿qué pasa cuando las buscas y estas no aparecen? Quizá sea culpa mía, ya que si fuera más vago seguro que me movía algo más de lo que me muevo ahora. ¿De qué sirve tener aptitudes si tu empeño es más blando que la mantequilla? Y acaba pringando bastante menos, la verdad.
Tengo una historia en la cabeza, me digo siempre a mí mismo. Y es verdad. La lástima es encontrar un momento para transpirarla en dirección al papel (o a la pantalla del ordenador en este caso). Busco un momento para detenerme y buscar tranquilidad entre las teclas negras que ya empiezan a cambiar de color, cojo el móvil en alguna parada de autobús, busco entre la libreta alguna hoja en blanco que tenga ganas de ser rellenada… Pero siempre choco con lo mismo: mi pereza. Si tuviera que hacer el mundo seguro que, más que siete días, necesitaría siete vidas. Como un gato. Y mira que ellos son persistentes, por que no conocen el insomnio. ¿Será por que tienen las ideas bien claras? ¿O por que se despreocupan al máximo de las adversidades? Yo tengo uno que se tira prácticamente todo el día durmiendo, y seguro que no tiene ninguna sensación de culpa por ello. No como yo.
Insomnio… Que palabra tan peligrosa. Con sólo pronunciarla ya se te va el sueño. Y si no, probadlo: insomnio, insomnio, insomnio… Se me han quitado las ganas de dormir, o quizá sea por que estoy recién levantado. Sé que suena extraño a esta hora, pero es así.
Siguiendo con la línea del sueño hay algo que siempre me ha escamado: las mejores ideas me vienen antes de dormir. Es curioso pero basta que al cerebro se le incite al descanso para que este se rebele creando una tormenta de pensamientos. ¿La ley de Murphy es tan poderosa que es capaz de colarse incluso en nuestro lado psíquico? Es que no falla: basta que esté cansado, quiera dormir, para que se me ocurra algo tan espectacular que merezca la pena incluso perder horas de sueño. Y mira que no hay nada más sagrado, sobre todo para los que llevamos la nocturnidad a flor de piel. A veces vale la pena dejar de dormir para dedicarte en exclusiva a desarrollar lo que se te ha ocurrido. Pero otras… Acabas pensando: «si fuera más idiota ahondaría en mi personalidad». Total: que acabas sin dormir y con una idea que no aguanta ni dos minutos una vez la relees tras haber descansado. Y es que el cerebro es caprichoso.
Pensándolo bien creo que lo mejor es forzarle a que se le ocurra algo. Yo siempre lo hago y, al final, siempre acaba obedeciendo mis órdenes. Al fin y al cabo sin mí no podría sobrevivir. ¿O era al revés? Bueno, que más da.
Y me sobran diez segundos…
Hora de finalización: 15:52 PM.
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