Infimocuentos: predestinado.

El payaso podía escuchar las ovaciones del público tras el número de malabarismo. Intentaba concentrarse en su maquillaje pero el ruido, junto con sus propios pensamientos, se lo impedía. “¿Y si le hago caso?”, pensó. Una vez más recordó las palabras del viejo trapecista. -¿Por qué estás tan triste? –le preguntó el anciano al verle …

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