El humor en monólogo – Mundo moderno.
Resulta curioso analizar lo que nos hace reír por que, si bien es cierto que el humor no es universal, sí que hay ciertos chistes capaces de levantar una carcajada hasta en una convención de enterradores. El humor es como un repetidor de geografía: no conoce fronteras. Así que, como cualquier ginecólogo, cojamos las herramientas y hagamos un análisis en profundidad.
Entre todo lo que nos hace gracia yo diferenciaría tres grandes grupos: acciones y lugares comunes, hombres y mujeres y, como no, el sexo. ¿Qué es lo que tiene este último para estar siempre en boca de todos? Eso, como en cualquier cita, al final.
Acciones y lugares comunes.
Siempre nos hace gracia descubrir que las estupideces que hacemos en determinados momentos son comunes al resto de personas. Como si fuéramos Nacho Vidal tras una operación de fimosis: nos quitan un peso de encima. ¿A quién no se le ha escapado una meadilla durante un ataque de risa? Algo tan inocente resulta inconfesable y cuando se hace humor sobre ello aplaca nuestra vergüenza causando alivio (casi como la meadilla en sí). Si viene un humorista y comenta:
Me reí tanto que me meé encima. Podría decir que fueron unas gotas, pero no: la mancha llamaba más la atención en mis pantalones que en la moqueta de la Casa Blanca. Traté de disimular tapándome con la camiseta pero, evidentemente, era demasiado corta (como todo en ti, diría mi mujer). ¿Dejar la mano a la altura tratando de taparla? Tampoco. No soy un miliciano a punto de sacar el arma. Ni Berlusconi en una fiesta de erasmus…
Te imaginas en esa situación, recuerdas lo mal que lo pasaste, lo comentas con los que tienes al lado… Y hace gracia. No importa lo extrañas que parezcan muchas situaciones, siempre hay alguien que las ha padecido y con el que te puedes reír sin sentimiento de culpa. ¿Abrazar a alguien conocido por la espalda descubriendo que no le conoces de nada? Nos ha pasado a todos. ¿Quedarnos sin papel higiénico en el baño menos indicado? Que pesadilla en el momento y que gracia nos hace después. ¿Que te descubra tu madre durante un momento íntimo en soledad? Que levante la mano (la otra) quien no tenga una experiencia de este tipo. ¿Nadie? ¿Ni uno solo? Esto… Que conste que sólo era un chiste, a mí no me ha pasado. De verdad…
Hombres y mujeres.
La guerra de sexos, el mayor motivo para la confrontación después de la tapa del váter.
Si algo nos caracteriza como especie es el uso de la lengua para algo más que lamer traseros y desde que el ser humano averiguó que podía comunicarse con el sexo contrario sin necesidad de garrotazos descubrió con ello el poder de la critica. Y ese poder se hizo patente en el machismo que desde los inicios de las civilizaciones nos ha acompañado. Ya en el antiguo Egipto se hacían bromas con los faraones y el tamaño de sus pirámides (dime de que presumes) o de la misteriosa afición de Cleopatra por la leche de… Burra.
¿Qué podría decir nuestro humorista sobre la guerra de sexos?
Antes de empezar con el monólogo… ¿Hay alguna rubia entre el público? A ver… Sí, veo unas cuantas. No os preocupéis. Si no entendéis algún chiste levantáis la mano y os lo vuelvo a explicar. Está bien, este es un tópico que no tiene ningún sentido. Aunque si el río suena, agua lleva (en este caso oxigenada). ¿Tiene equivalencia en los hombres? Los rubios tienen el mismo nivel intelectual que los morenos: cero. Pero tampoco es algo que nos preocupe, por que la misma neurona sana es capaz de sobrevivir a todas las situaciones. Toca hacer la compra… Fácil: patatas y cerveza. ¿Tengo hambre? Mmmm…. Cerveza. Tengo ganas de sexo. Y después, una cerveza.
No sé por qué pero las mujeres suelen preferir el humor inteligente. Tal vez por eso hay muchos hombres que no entienden los chistes.
El sexo.
Llegamos a la mejor parte. No hay ningún tema que se preste más al humor que el sexo, todos lo sabemos. Y no me refiero a esa risa que les da a tus amantes cada vez que te bajas los pantalones. Basta que haya confianza entre un grupo de personas para que, instintivamente, recurran a los chistes verdes. Y es que todo cambia añadiendo un toque de picante. Y si no hagamos la prueba:
¿Alguien conoce un terreno más abonado a los eufemismos que el del sexo? Si pensamos en el trabajo se podría hablar de curro, tajo, laboro… No demasiados teniendo en cuenta que es una práctica diaria. ¿Y eufemismos de pene? ¿Y de vagina? ¿Y del acto sexual? Está bien, por más que queramos el sexo no se practica diariamente, salvo por aquellos que lo mezclan con el trabajo.
Es tan común todo lo relacionado con la sexualidad que al hombre sólo le haría falta mover las caderas para insinuar lo que quiere (y a la mujer le basta sólo un dedo para negarse). ¿Y por qué resulta tan cotidiano? Quizá por que no se puede dar un paso sin que nos lo recuerden en algún anuncio, cartel, en una conversación… Quizá por que sea más divertido que comprar y, encima, pueda salirte gratis. O por que aún tengamos la sensación de que es algo prohibido y a todos nos encanta pisar las normas (y que nos pisen, también hay masoquistas). Sea como sea el sexo es como una carrera de Fórmula 1: la diversión sólo dura unos minutos pero se habla de ello durante horas (hay hombres tan rápidos que los debería de fichar Ferrari). O como el trivial: mejor en compañía (aunque en solitario se consigan más quesitos).
El humor nos pone de buen humor y, aunque parezca una redundancia, da la impresión de que la sociedad en la que vivimos nos haga olvidar este principio tan básico. Reírse no resulta difícil cuando uno deja de prestar atención a sus problemas. ¿No hay tiempo para una carcajada? Encima es gratuita, y eso es algo a tener en cuenta durante este tiempo de crisis (a ver si se va a reír el gobierno por cobrarnos un impuesto de la risa).
Si en algún momento consigues reírte hasta que te duele la mandíbula y al día siguiente tienes agujetas, no lo dudes: a tu vida le falta humor. Y ya se sabe como se quitan esas agujetas: riéndose de nuevo. Por más que te lo aseguren el agua con azúcar no sirve: sólo revuelve el estómago. El humor es mucho más dulce y, encima, no produce caries.
Comentarios
Deja un comentario