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El imbécil.

No pude transformarme en princesa por que el imbécil seguía mirando. Ni en príncipe. Ni siquiera vestirme de jeque árabe con uno de los disfraces que la agencia me había prestado para colarme en aquella estúpida recepción de autoridades. ¿Qué podía hacer? El guardaespaldas continuaba vigilándome de reojo por lo que me era imposible infiltrarme en la fiesta. Deseché con disimulo varios de los disfraces hasta que encontré un viejo periódico con el que, afortunadamente, pude esquivar al imbécil. Y es que ya lo decía mi jefe: el periódico con dos agujeros no falla nunca.

Comentarios

3 comentarios

unjubilado

Eso lo tengo que probar.
Hay otro medio, atarse una galleta en el interior de la solapa del traje, y al entrar enseñarla y con rapidez volver a ocultarla.
Si el vigilante se da cuenta y te pregunta que vas a hacer con la galleta, la contestación es clara:
Si me dejas pasar me la como dentro, en caso contrario me la como fuera.
Esta anécdota es real y ocurrió hace unos 45 años en el cine Iris actualmente desaparecido, me lo comentó el portero del cine.
Saludos

Iván

Pensé que lo de la galleta era para simular una placa de policía. No acabo de entender por que le dejaron entrar pero desde luego morro no le faltó. Sin duda es la mejor manera de colarse donde a uno le apetece.

Kiki

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